Los organizadores del festival hubieran querido empezar esta nueva edición de otra manera, trayendo al célebre pianista y compositor norteamericano Steve Kuhn. Pero a última hora el músico ha tenido que recuperarse de una intervención quirúrgica, a causa de una afectación cardíaca, que ha hecho imposible su viaje a Europa.
Pero como no hay mal que por bien no venga, ese hecho fortuito nos ha permitido descubrir al especialísimo dúo que comparten dos músicos que, pese a su juventud, ostentan una categoría extraordinaria y hacen gala de un virtuosismo incuestionable.
Pareja complementaria
Conforman una pareja, visualmente, extraña, con looks muy distintos (el uno "hippy", el otro de aspecto más "yuppie") y una diferencia de estatura corporal curiosísima; el acordeonista supera los dos metros de altura, muchos centímetros por encima de su compañero de aventuras musicales. Al margen de la anécdota, el sonido de ambos resulta complementario y empasta a la perfección.
Así lo demostraron durante el primer concierto estelar de la programación, en el que se registró una entrada discreta pero en el que se vivieron momentos tremendamente intensos, gracias especialmente a composiones de variadas texturas de diferentes compositores, además de piezas originales, y sobretodo debido a la gran entrega de la que hicieron gala, especialmente a lo largo de improvisaciones profundas e impecables.
Tomando como punto de partida su devoción por Michel Portal y Richard Galliano, este dúo adquiere una personalidad distintiva y muy propia explorando y llevando al máximo de la búsqueda y la experimentación las posibilidades de sus respectivos instrumentos, muchas veces compartiendo territorios comunes con otros creadores, pero otras buscando lenguajes originales y personales, con el ánimo de ser generosos e irrepetibles.
Otra de sus referencias indudables es la música de Sidney Bechet, a quien en Terrassa evocaron a través de temas como "Egyptian Fantasy" y "Song of the medina" (exótica pieza que dio lugar a uno de los solos de acordeón más largos de la noche.) También evocaron a otros de sus referentes, músicos como Henry Lodge (en "Temptation Rag") o con una original adaptación de Kate Bush.
Exploración constante
El resto fueron piezas propias, todas ellas firmadas por Peirani, en las que dio cumplida cuenta de su interés por explorar por todas las posibilidades de su instrumento, y convertirlo a veces en una pequeña orquesta, buscando otros sonidos más minimalistas, y también invitando a su compañero a viajar por territorios recónditos de su saxo.
En este sentido, se impusieron en el caso de Parisien, la fogosidad y casi casi la voracidad por ser tremendamente prolífico en sonidos y sonoridades, y en el caso de Peirani, un estilo interpretativo cercano a la trascendencia y al éxtasis.
Los dos estuvieron magníficos en la interpretación de piezas de gran complejidad, como "Schubertauster", un homenaje a la música clásica europea que deconstruyeron y alimentaron imponiendo nuevas ideas.
El único "pero" a esta asociación se produjo en los largos solos de Peirani, cuando parecía entrar en trance y su compañero escuchaba, se movía y a veces incluso bailaba, casi sin disimular su impaciencia por volver a tocar. En cualquier caso, la gran categoría, impresionante dada la edad de ambos músicos (que apenas superan la treintena) constituyeron un excelente comienzo para un festival en el que ya se ha puesto el listón muy alto; la primera de una serie de grandes noches de jazz.
Émile Parisien & Vincent Peirani "Belle Époque"