Terrassa

De cuando el vapor Tarrasa se convirtió en el Ario 

Lo recordamos del capítulo anterior. El 2 de febrero de 1921 fue botado el vapor Tarrasa en la grada de la compañía Drassanes del Mediterrani. Se trataba de un buque de carga y su vida útil fue de 45 años. Cádiz, La Coruña, Bilbao o Avilés, son ciudades españolas que estuvieron asociadas, por circunstancias muy diversas, a ese buque que tenía una eslora de 56,87 metros y una manga de 8,92 metros.

Indagando su periplo, el Tarrasa tuvo otros dos nombres en las amuras de su casco. Lo vemos en el registro de la marina mercante española y lo comprobamos en el Lloyd’s Register of Shipping.

El Tarrasa navegó desde su botadura hasta el año 1924 por la Naviera Española SA y en ese año se vendió a un armador británico, W. Coombs. Entonces fue cuando las letras de Tarrasa desaparecieron de su casco. Una vida efímera bajo este nombre, ciertamente, aunque el buque continuó su singladura, ahora con la denominación de Afon Dyfi, nombre galés de River Dovey, un río en Medio Gales. El estuario Dovey forma el límite entre los condados de Gwynedd y Ceredigion. El buque tenía matrícula de Llanelli, ciudad que se halla en el estuario de Loughor en la costa oeste de Gales, cerca de Swansea.

No se ha podido saber nada acerca de esta etapa de nuestro buque bajo matrícula galesa, a la que perteneció hasta el año 1928.

Ahora, gaditano
Nacía en aquel momento una nueva etapa para el buque que fue adquirido por Miguel Martínez de Pinillos. Fue matriculado en Cádiz y estuvo dedicado al cabotaje por distintos puntos de España. Y por supuesto volvió a cambiar de nombre. Ahora se llamaría Ario.

¿Quién era Miguel Martínez de Pinillos? Pues se trataba del nieto de uno de los fundadores de una de las más importantes compañías marítimas que ha habido en España, la Naviera Pinillos, empresa de transporte marítimo que crearon en 1840 quien también se llamaba Miguel Martínez de Pinillos y Sáenz de Velasco.

La Naviera Pinillos ha tenido a lo largo de su amplia historia numerosos buques de distintas características y contabilizando en su flota esplendorosos trasatlánticos como el Valbanera y el Príncipe de Asturias, aunque ambos protagonizaron sendos hundimientos en aguas americanas.

La crisis económica que había asolado España tras la Primera Guerra Mundial forzó a Pinillos a vender su flota a la Compañía de Navegación Transoceánica de Barcelona en 1921. En 1923, Miguel Martínez de Pinillos Sáenz, creó una nueva naviera que llamó Línea Pinillos. Optó por abandonar las rutas transatlánticas para centrarse en la que iba entre la península y las Canarias. En cuanto a su carga, se especializó en el tráfico de frutas -principalmente plátanos- y carbón. Hasta finales de la década de 1920 la mayoría de sus operaciones habituales consistían en exportaciones de frutas de las Islas Canarias a Gran Bretaña, con retorno a los puertos españoles con carbón británico y carga general. En ese período de los años veinte, en concreto entre 1924 y 1928, había adquirido además del que denominó Ario los vapores Íbero, Vasco, Celta, Duero y Rio Arillo.

Por otro lado, avanzado en su época, fue uno de los primeros navieros en comprender la necesidad de sustituir la máquina de vapor -segura, económica, pero de menor rendimiento- por un nuevo sistema de propulsión naval, el motor diesel, cada vez más aceptado y extendido a nivel internacional.

Hacia el norte
Nuestro buque Ario continuó en la Línea Pinillos hasta la posguerra española en que fue incorporado a la flota de la Compañía Marítima Frutera en 1940, que se hizo cargo de todos los activos de la Línea Pinillos. En este periodo padeció un percance. Fue el 1 de febrero de 1941, cuando navegaba cerca del puerto de La Coruña. A parecer tuvo una avería y lo auxilió la tripulación del pesquero Francesco Conca, con el que más tarde la compañía tuvo que entablar un pleito debido a la cuantía que el armador del pesquero solicitó en concepto de auxilio.

Ya bien entrada la década de los cincuenta, en 1956, el Ario se vendió al armador vasco José Guezuraga Urízar, de Bilbao, y el buque se dedicó al cabotaje por puertos españoles, particularmente en aguas del Cantábrico. Esa nueva etapa duró por espacio de unos diez años. Llegamos, así, a 1966. En Avilés terminó la vida del Ario, exTarrasa. Ya viejo, superado por los años, y seguramente por la técnica, fue desguazado en aguas de esta ciudad asturiana. Acabaron 45 años de historia.

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