La Bien Querida es una de esas personalidades indudables del panorama musical español, en lo que al indie se refiere. Una artista con un indudable poso mainstream -entre sus calificativos le sienta de maravilla aquel que se refiere a ella como neotonadillera- que aún así, es lo suficientemente arriesgada como para impregnar a su música o bien de contundencia (especialmente cuando se adentra en los territorios kraut rock), o bien de originalidad, atravesando planos musicales distintos sin ni siquiera despeinarse.
En directo, el tono naif de sus canciones y la elegancia de su planteamiento se mantienen prácticamente intactos. Sus canciones exudan sinuosidad, incluso a veces sensualidad, y esa voz tan dulce de Ana Fernández-Villaverde nos transporta a un mundo de sencillez, y a la vez de candor, de esencialidad…
Después de haber firmado temas históricos de su discografía como "Muero de amor", "A veces ni eso" o "De momento abril", que aún siguen incluidos en su repertorio, y de haber dado otra vuelta de tuerca en el disco "Premeditación, nocturnidad y alevosía", (donde está incluida una pieza que también se escuchó el viernes y que es una auténtica rareza en su propuesta, "Ojalá estuvieras muerto"), La Bien Querida vuelve a servir un álbum lleno de auténticos "hitazos", "Fuego." Ese trabajo contiene temas de la enjundia de "7 días juntos" (que interpreta en el disco acompañada de Joan Miquel Oliver), "Dinamita", "Permanentemente" o "Lo veo posible." Sin olvidar la exitosísima "Recompensarte", una peculiar rumba en la que le acompaña Jota, de Los Planetas.
Sonido impecable
Ésta era la segunda vez que La Bien Querida actuaba en Terrassa, si bien este concierto fue su primer contacto con la Nova Jazz Cava. Actuar en la sala le brindó un sonido impecable y una audiencia variada que rozó -sino sobrepasó- las doscientas personas. David Rodríguez, una auténtica mano derecha de la artista, es el responsable -con sus arreglos- del bascular de su música entre lo profundo, lo ligero, lo oscuro, lo claro, lo electrónico, lo orgánico… Su papel fue fundamental en un concierto en el que la artista se presentó arropada por toda su banda, y dio buena cuenta de su altura y profesionalidad con indudable saber estar y seriedad.
En general, escuchar a La Bien Querida es como navegar plácidamente en un lago, montados en una barca de remos, aunque de vez en cuando la artista se sumerge en el ruido, en el delirio… Choca a veces ese tipo de discurso, que parece tan iniciático, en una artista de más de 40 años. Pero la edad no exime, en cualquier caso, de las dudas, de las inseguridades, del sufrimiento o de los ecos de primer amor que laten en sus letras.
LA BIEN QUERIDA