Tras la lluvia caída el sábado por la tarde-noche, el domingo se despertó con buen tiempo -una temperatura bastante suave para ser invierno- por lo que apetecía salir a pasear y asistir a la Festa dels Tres Tombs. Centenares de personas -sobre todo en familia- acudieron a la Rambla d’Ègara para presenciar el desfile de caballos, carruajes y carros que organiza todos los años Amics de Sant Antoni Abat en honor al santo y patrón de los animales.
La cita supone que por un día y por unas horas los caballos tomen esta vía céntrica y desplacen a los vehículos modernos la calzada. Con ello se quiere rendir tributo al animal y mostrar también el protagonismo que tuvo antaño en el transporte, no solo de personas y correspondencia sino especialmente de productos de alimentación y mercancías en general.
En esta edición, la Festa dels Tres Tombs reunió a más de un centenar de caballos, acompañados por sus jinetes y carruajes, que desfilaron desde Can Boada del Pi hasta el Portal de Sant Roc y dieron las vueltas perceptivas entre ese último punto y frente al Centre Cultura Terrassa. Las vueltas fueron dos y no tres como marca la tradición. Ya hace tiempo que se hace así para evitar que el pasacalles se alargue más allá de las dos de la tarde.
El desfile, vistoso y elegante, fue encabezado por la Banda i Majorettes Triangle de Sants de Barcelona, seguida del carro con la imagen de Sant Antoni Abat, las jóvenes abanderadas Glòria Aranda y Judith Lara, y el carruaje con las autoridades; el alcalde Alfredo Vega, el presidente de la entidad, Joaquim Riera, y el concejal de Cultura, Amadeu Aguado.
Diversidad en los trajes
Detrás, los protagonistas más esperados, los caballos montados por jinetes y tirando de carruajes elegantes y carros agrícolas antiguos. En el desfile participó este año el carro de agencia de mercancías con su perrita Lola, quien parecía disfrutar de lo lindo del ambiente desde las alturas y mostraba orgullosa un lazo amarillo en el cuello. También sus propietario de este transporte lucían en la camisa el mismo símbolo reinvindicativo a favor de la liberación de los Jordis y de los políticos presos en la cárcel. Caballos, carruajes y carros fueron un gran atracción, sobre todo para el público infantil que miraba entusiasmado el nuevo paisaje de campo que ofrecía la ciudad urbana. Muchos de los jinetes, formando parte de las hípicas, iban ataviados con trajes propios de montar a caballo y de competición, otros con trajes andaluces y otros con vestidos más informales que recordaban a los míticos "cowboys" y escenarios de película del oeste. También los arrieros, con sus carretas, lucieron vestidos de época, rememorando cuando la principal fuente de la economía era la tierra.
El momento de mayor expectación, como es habitual, fue cuando la Rambla estuvo rodeada por caballos a un lado y a otro, y el más álgido cuando los animales tenían que hacer el giro. Cabe decir que todos cumplieron sin problemas y algún que otro carruaje, incluso, dio un a vuelta en poco espacio haciendo gala de su habilidad.
Con el pasacalles, Amics de Sant Antoni Abat cerró dos días de celebración en honor al santo. Este año, si cabe, el desfile tuvo algo menos de participación pero el público disfrutó igual porque es una actividad que recuerda el pasado y la historia.