Alguien, algún vecino, oyó estrépito a eso de la 1.30 de la madrugada. Un par de horas después una amiga llamó a uno de los responsables del bar Puerto Rico, en Sant Pere Nord: el local estaba abierto. Habían destrozado un vidrio de una puerta. Unos ladrones habían irrumpido en el popular bar para saquear las máquinas tragaperras.
El perpetrado por unos desconocidos el martes es el quinto robo que sufre el Puerto Rico en veintidós años. El establecimiento está radicado en la esquina de la calle de Manresa con la de Girona. Uno de sus dueños cerró el bar a eso de las 11.15 de la noche del lunes. Habitualmente echa la persiana más tarde, pero el lunes por la noche no había un alma por las calles, con la ciudad azotada por el temporal de frío, lluvia y nieve.
Unas horas después, la víctima tuvo que regresar al establecimiento para ver qué había pasado. Para comprobar lo que se temía cuando una amiga lo llamó a eso de las 3.30 de la madrugada. Los Mossos d’Esquadra fueron alertados también. Unos delincuentes habían allanado el local en una actuación rápida, una maniobra certera. Entraron en el bar después de forzar la persiana, haciendo saltar los dos pivotes que la anclaban al suelo. No sería extraño que usasen, como ha ocurrido en ocasiones similares, un gato hidráulico para el forzamiento. Superado el primer obstáculo, se deshicieron del segundo a golpes: rompieron el vidrio de la parte inferior de la puerta.
Hecho añicos el cristal, entraron agachados por el hueco abierto en el vidrio. Una vez dentro, se dirigieron a las dos máquinas tragaperras, el objetivo primordial de los ladrones en este tipo de asaltos. Forzaron ambas máquinas por el lateral para embolsarse la recaudación. Ese fue el botín que se llevaron. Se desconoce cuánto dinero había en las recreativas violentadas.
Guantes
Llegaron agentes de seguridad ciudadana de los Mossos d’Esquadra y unas horas después se presentaron los de la policía científica para buscar vestigios, como huellas dactilares, pero se cree que los asaltantes portaban guantes. No se sabe cuántos eran. Nadie, al parecer, los vio actuar ni huir. Se presume que la alarma de seguridad sonó.
El Puerto Rico, sin embargo, pese al sobresalto nocturno, abrió sus puertas a la clientela el martes por la mañana. El perpetrado el martes fue el quinto asalto a ese bar en los últimos veintidós años. En dos de las ocasiones los malhechores arrancaron rejas de ventanas para acceder al local. Otra vez, hicieron palanca en la puerta.
El 18 de noviembre pasado otro bar de Sant Pere Nord, ubicado en la calle de Mossèn Tatcher, fue asaltado de noche por unos cacos que reventaron dos máquinas tragaperras y robaron dinero que hallaron en la caja registradora. Un par de años antes el mismo establecimiento había sido objeto de un robo que no pasó de tentativa.