El sonido limpio y poético de Nudozurdo en sus grabaciones es uno de los grandes reclamos de esta banda madrileña, uno de los referentes indudables de la escena alternativa actual. El sagaz escaparate en el que se ha convertido la programación del ciclo Terrassa Música Moderna no ha dejado escapar la oportunidad de traer a la banda a Terrassa, logrando una buena acogida por parte del público, aunque sin que la banda lograse superar la respuesta a la visita de otra de las bandas del momento, León Benavente.
Hay que decir que Nudozurdo no superó de entrada las expectativas creadas, de sonido compacto, de furia elegante, de pinceladas certeras… su “escritura” fue desigual, algo más libre, quizá imbuida por el carácter creativo del jazz.
Tampoco las canciones escogidas para dar el pistoletazo de salida a su actuación, “Bronca zafiro” y “Láser love, alcanzaron los niveles de contundencia esperadas. Fue más bien un prólogo introspectivo que pocas pistas dio de lo que tenía que llegar.
Y lo que llegó fue una “reubicación.” Nudozurdo emuló a aquellos trenes que van saliendo con lentitud de las ciudades, y que no alcanzan la velocidad de crucero hasta que han salido de la urbe. Los suyos son los raíles de la apetencia, del ir encarrilándose con naturalidad hacia un sonido cien por cien post rock. La banda encuentra un estilo propio siguiendo los destellos de la psicodelia, embadurnándose de progresión y creando, más que atmósferas, alegatos a la libertad creativa. Algunas de las piezas de “Voyeur amateur” están irreconocibles, otras suenan distintas, con efectos diferentes en las guitarras o con las letras, interpretadas con un deje lloroso, casi inaudibles.
Múltiples matices
Leopoldo Mateos prescinde en directo de la electrónica y sin embargo es capaz de aportar un sinfín de matices con los efectos de los pedales, mientras la base rítmica se desgañita (mención especial para un enorme Ricky Lavado) en los procesos más enérgicos.
En Terrassa, como es natural, su público conectó con más dedicación con aquellas de las piezas más celebradas de la banda, como “Ha sido divertido”, “Mil Espejos” o “Úrsula hay nieve en casa”, las dos primeras incluidas en uno de sus discos de la década pasada, “Sintético” (con algunas piezas más ochenteras.) La banda recurrió también a otros álbumes relevantes de su trayectoria, como “Tara Motor Hembra.”
El concierto, al comenzar media hora más tarde, se antojó largo, denso, pero también completo, necesario. La gran personalidad de Leopoldo Mateos planeó por las evoluciones de temas a los que se dieron muchas e interesantes vueltas, constituyendo todo un tratado de personalidad propia pese a las referencias que se intuían (la música de los Doors, la movida de los 80…) y pese al sonido poco impecable, que creemos necesariamente mejorable.
Nudozurdo
Leopoldo Mateos (voz y guitarra), “Meta” (bajo) y Ricky Lavado (bateria). Viernes, 24 de noviembre. Nova Jazz Cava.