Usted ha estado en la producción desde el principio, ¿a nivel simbólico, cómo han tratado la historia?
Desde el principio ha sido un proyecto cargado de magia. Inicialmente, teníamos miedo; existía la presión de llevar a escena esta historia tan universal, hacerlo bien, que gustara y sobre todo que llegara al público. Pero al tener un equipo creativo como el nuestro, era como dar un salto al vacío con la total confianza de que crearíamos una cosa muy especial. Cuando las cosas se hacen desde el amor y la honestidad, sólo pueden salir bien. Ponerse al servicio de la batuta de Àngel, fue un placer.
¿Cómo ha trabajado específicamente las coreografías de la obra?
Tuve libertad absoluta. Poder bailar las canciones de Manu fue una maravilla. Incluí diferentes estilos, pero en la parte más bailada, toda la secuencia con el zorro, me permití jugar con el jazz antiguo, que es una de mis grandes influencias.
¿Cómo ha trabajado los diversos personajes que interpreta?
Trabajamos con máscaras de látex muy fieles a las ilustraciones de Saint-Exupéry, y cada personaje es muy diferente de los otros. Entonces, como actor, poder cambiar de personaje de manera tan trepidante y poder enseñar tantas caras es muy divertido.
¿Qué es lo que destacaría de este montaje como atractivo principal?
Explicamos una historia universal. A priori, el libro podría parecer un libro dirigido a un público infantil, pero no deja de ser un disfraz. El autor usa esta historia para explicarnos y hacernos reflexionar sobre temas como el valor de la amistad, y de la importancia que tiene nuestro niño interior, que en muchos casos hemos olvidado en las diferentes etapas del proceso que comporta hacerse adulto. Yo siempre digo que este libro es como una cebolla, llena de capas. Nuestro montaje es muy mágico. Trabajamos con una escenografía virtual, basada en mappings, y esto nos ha dado alas a la hora de crear este universo.
¿Cómo ha sido la experiencia de las trescientas funciones, el éxito conseguido, la respuesta del público…?
Una absoluta maravilla. Vivir el proceso de ensayo con la primera compañía, con Àngel, Manu, Meyer, Marc, Elena y Guillem, es algo que no olvidaré nunca. Como también el momento del estreno, del ‘parto’ y de enseñarlo y ver cómo emociona, como llega a la gente y de cómo se convierte en un éxito rotundo, con varias prórrogas, bolos por todo Catalunya y tres temporadas.