Aplausos cerrados, convencidos, y algunas lágrimas dieron ayer inicio a la concentración frente al Ayuntamiento en contra de la violencia ejercida el domingo por la Policía Nacional y la Guardia Civil en los centros de votación del referéndum. Centenares de egarenses quisieron mostrar su rechazo a las cargas policiales que se saldaron con más de 800 heridos.
Antes de las 12 del mediodía, el Raval de Montserrat ya estaba lleno de ciudadanos que querían denunciar la violencia ejercida por los cuerpos de seguridad del Estado. Tras los aplausos, llegaron cinco minutos de silencio, que los allí presentes siguieron con los brazos en alto, en señal de paz; el mismo gesto con el que decenas de catalanes recibieron a la Policía Nacional y la Guardia Civil en los centenares de colegios electorales a los que acudieron el domingo para requisar el material electoral.
Sólo las campanas que en ese momento resonaban en el Raval rompían el silencio. Pocas pancartas se vieron ayer: alguna que pedía más democracia y otra con la palabra "Vergüenza". Tras estos minutos de mutismo, los aplausos volvieron a inundar la concentración, esta vez al ritmo de "Hemos votado". Muchos de los organizadores voluntarios que el 1 de octubre contribuyeron a garantizar que se pudiera votar en la ciudad se abrazaron y no pudieron reprimir las lágrimas recordando una jornada que todos sienten histórica. El Cant dels Segadors, cantado a voz en grito por los asistentes, parecía que pondría fin a la movilización, pero aún quedaban algunos minutos, los más tensos.
Presidiendo la concentración estaban representantes de los partidos del ‘sí’, ERC-MES, PDeCAT y CUP. En primera fila, justo enfrente, ediles de TeC, que avalaron la participación en el referéndum, y también concejales del PSC, socio mayoritario del gobierno local.
Reproches a Ballart
El alcalde, Jordi Ballart, recibió las críticas de varios ciudadanos que se acercaron a él para reprocharle que no haya salido públicamente a condenar la violencia policial. Él trató de dialogar con algunos de ellos asegurando que estaba "al lado del pueblo", pero no pudo evitar que le increpasen por haber mantenido un perfil bajo durante estas últimos días, especialmente el domingo, ante la "humillación" padecida por los catalanes.
Se escucharon pitos contra el alcalde, gritos que pedían su dimisión y peticiones para que retirase la bandera española de la fachada del Ayuntamiento. Le recriminaron que, como miembro del PSC, es "cómplice" de lo ocurrido el domingo y pidieron, insistentemente, que dirigiese unas palabras a los asistentes; algo que él declinó.
Tras explicar el viernes que constituiría un comité de seguimiento para el desarrollo del 1-O, Ballart colgó el domingo por la noche una larga reflexión en Facebook donde afirmaba que al presidente, Mariano Rajoy, "debería caérsele la cara de vergüenza" por la actuación policial. Expresó su "esperanza" de que el PSC y el PSOE afronten con "decisión, valentía y generosidad" este momento "histórico" y sean el motor para conseguir una nueva mayoría parlamentaria y un nuevo gobierno en España que conduzca a un referéndum legal y acordado.
Después de que Ballart regresase al interior del Ayuntamiento, algunos otros ediles del grupo municipal socialista, como Rosa Maria Ribera, permanecieron en la concentración, hablando con los asistentes, que insistían en exigir una palabras al primer edil.
Poco a poco, la concentración fue dando paso a corrillos de gente comentando los ocurrido el domingo. Aunque oficialmente la convocatoria duraba quince minutos, a las 12.30 horas todavía se contaban por centenares los ciudadanos que seguían en el Raval.
El rechazo a las cargas policiales que ayer expresaron los egarenses se produjo también en entidades y centros de trabajo. La patronal Cecot, por ejemplo, integrante de la Taula per la Democracia, condenó "enérgicamente" la violencia policial y pidió el cese inmediato de estas actuaciones "represivas" por parte del Estado. Mútua Terrassa se sumó al paro de ayer para condenar "la represión ejercida contra los ciudadanos". El proveedor de salud se posicionó en contra de la "violencia abusiva e injustificada" ejercida por los cuerpos de seguridad del Estado. En Aigües de Terrassa también secundaron el paro de quince minutos como condena a la violencia policial. La UPC fue otra de las instituciones que se sumó a las muestras de rechazo: "El uso de la fuerza contra los ciudadanos es intolerable en democracia", indicaron. En Terrassa Centre mostraron igualmente su repulsa a la "inadmisible" actuación policial.