Era tal la borrachera que llevaba encima, que se quedó dormido al volante, con el motor y las luces encendidas. Llegaron unos policías. Tuvo que soplar y las pocas dudas que se podían inferir de su estado de intoxicación etílica se desvanecieron con las pruebas de alcoholemia: multiplicó por cuatro la tasa máxima. El conductor ha sido condenado a una multa de 720 euros y a verse privado del carné de conducir durante veinte meses.
23 de agosto del 2014. Pasaban unos minutos de la medianoche. El conductor circulaba por la calle del Miño. Estaba hasta arriba de alcohol, según se desprende de las sentencias. Con sus capacidades para la conducción mermadas, dicen.
Y se durmió "al borde del volante", señala una resolución del juzgado de lo penal número 3 de Terrassa, luego ratificada por la Audiencia Provincial. El coche estaba parado, pero con el motor en marcha y las luces encendidas.
Unos agentes de la Policía Municipal habían observado los últimos cien metros del recorrido del vehículo, hasta que se paró porque el hombre se quedó dormido, según declararon los guardias en el juicio.
Los policías se acercaron al automóvil y llamaron la atención del conductor. Le instaron a hacer los tests de alcoholemia y él no se negó. Sopló, y el etilómetro arrojó un resultado de 0,96 miligramos de alcohol por litro de aire espirado en una de las pruebas. En la segunda la tasa fue de 1,01 miligramos. En la tercera, de 0,96. Todas superaron el límite penal. Además, el individuo olía a alcohol y no se le entendía lo que decía. No podía mantener la verticalidad.
Ratificación
La Audiencia de Barcelona confirma la primera sentencia y considera al acusado autor de un delito contra la seguridad vial, con la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas. El fallo: cuatro meses de multa a razón de seis euros diarios y retirada del carné durante veinte meses, más el pago de las costas. El condenado no se defendió en el juicio porque no compareció. Luego sí presentó un recurso, que fue tumbado.
