Hay fotos tomadas de forma apresurada de ratas enormes entrando en alcantarillas. Las tomó un vecino desde la terraza de un bar, en la avenida de Joaquim de Sagrera, hace unos días. No se sabe si el estado de la riera, otra vez con agua estancada, tiene que ver con el deambular y la proliferación de los roedores de gran tamaño, pero el caso es que la aparición de ese problema coincide con el problema que se arrastra desde hace años: la riera del Palau es un asco a su paso por La Cogullada, a partir de la confluencia con la calle de Lavoisier y la de las Navas de Tolosa. El Ayuntamiento afirma que desratizó una zona próxima a finales de julio pasado.
"Yo no puedo más. Llevo quince años así, con sus más y sus menos, pero con molestias continuadas", asegura Ana María García, vecina de la intersección de la avenida de Joaquim de Sagrera con la calle de las Navas de Tolosa.
Ana vive frente al trasvase de la riera del Palau, en el último tramo con viviendas del trayecto de esa rambla de aguas pluviales. Delante de su edificio, junto a un parque infantil, el lecho de la riera deja de estar pavimentado y es natural; esto es: está repleto de vegetación, con suelo de tierra, maleza y desperdicios picoteados por palomas. Y con líquido encharcado.
Lagunas
Y allí, como casi siempre, el agua se estanca, apenas fluye, apenas corre, se detiene, formando lagunas de colores turbios. Y más adelante, hacia el Sur, hacia el Palacio de Justicia que se yergue solitario y aislado, pasa otro tanto.
En días de calor, en la canícula, la situación se torna insoportable, según vecinos como Ana María. "Son los días peores", declara. Por la peste, por los mosquitos. "Soy alérgica y me estoy medicando con cortisona", agrega. Lo de las ratas, "grandes como conejos", es otro asunto conflictivo, se desconoce si vinculado al estado de la riera pero, en todo caso, sospechosamente coincidente en el tiempo.
Otros vecinos, como Dolors, residente en la calle de Lepant, refieren que este año los malos olores no son lo que eran en otros tiempos. Hace justo dos veranos la fetidez dominaba el aire en ese sector de La Cogullada y Diari de Terrassa lo contó en un reportaje. Este año hay menos pestilencia procedente de la riera, y menos mosquitos, dice Dolors, pero en su caso el origen de la hediondez se sitúa en las cloacas. En su calle, por ejemplo, son constantes y ha reclamado al Ayuntamiento una actuación: "He pedido que pongan un sifón aprovechando que van a hacer obras en la zona. Sé que en otros sitios lo han hecho", apunta Dolors.
"Tenemos tanto derecho como en el Centre a tomarnos algo en la terraza de un bar sin ver ratas", comenta la vecina. El gobierno municipal afirma que actúa siempre a demanda del vecindario, sobre todo en acciones de desratización como la que emprendió a finales de julio en la calle de Francesc Layret. Y en el lecho de la riera del Palau también lleva a cabo intervenciones periódicas, aunque sea competencia de la Generalitat.