Terrassa

Como un cohete

La cosa no era fácil, ni siquiera para universitarios bregados o interesados de cerca en proyectos aeronáuticos. Hubo problemas con los paracaídas y unos cuantos cohetes diseñados por los estudiantes bajaron demasiado rápido y algunos se rompieron. Pero con caídas así se fragua el conocimiento. Veinte estudiantes de diversos países han participado en el concurso internacional de construcción de cohetes que han organizado universitarios de la Eseiaat, la Escola Superior d’Enginyeries Industrial, Aeroespacial i Audiovisual de Terrassa, de la UPC. El equipo Altair ganó el reto.

El concurso, llamado International Rocketry Workshop, se celebró la semana pasada en la Eseiaat. Lo organizaba la sede de la asociación europea de estudiantes de ingeniería aeronáutica Euroavia en Terrassa, en colaboración con la asociación UPC Space Programme y el patrocinio de Hewlett Packard. El evento consistía en la construcción de cohetes y era la primera vez que que se celebraba en España.

Se fijó un tiempo máximo: los participantes debían elaborar su artefacto en sólo 36 horas con el material suministrado por los organizadores: tubos de cartón para el fuselaje, ojivas de plástico, madera de balsa para las alas y un pequeño motor de combustible sólido de alta potencia tipo G. Con eso y su ingenio debían construir un artilugio. Los universitarios podían crear piezas nuevas, como los componentes que sujetaban la electrónica del cohete y el motor.

Los artilugios no iban vacíos. Llevaban pasajeros: dos huevos que debía volver a tierra sanos y salvos.

Así las condiciones, el miércoles por la tarde empezó la elaboración contrarreloj y el jueves por la noche acabó.Faltaba probar los aparatos.

La hora del vuelo
Llegó la hora de la operación práctica. El viernes, participantes y organizadores se desplazaron a una población de Huesca, a Alcolea de Cinca. Allí, en las instalaciones del club de modelismo espacial SpainRocketry, se comprobó la eficacia de los prototipos.

Ganaría el cohete que más se acercase a la altura objetivo marcada en el concurso: cuatrocientos metros. Un altímetro electrónico desarrollado por estudiantes de la Eseiaat midió altura y rapidez de desplazamiento. También aportaban puntuación la velocidad de descenso y el estado del cohete y sus pasajeros cuando arribasen a tierra. Altair, que en árabe quiere decir "volador", ganó el certamen.

Altair lo integraron Belal Zahda (procedente de Alemania), Heba Gaballah (de Egipto), Bianca Turc (Rumanía) y Pablo Nicolás López (de Cádiz). Su cohete fue el que más se aproximó a los cuatrocientos metros de altura. Subió hasta los 387,4. Portaba dos huevos, uno de gallina y otro de perdiz que regresaron al suelo intactos. Su paracaídas se desplegó bien, pero el artefacto era muy grande y bajó muy lentamente. Se lo llevó el viento y cayó muy lejos. Pero, a pesar de todo, Altair ganó. Ningún cohete alcanzó la altura objetivo.

La procedencia de los veinte participantes, que se alojaron en la residencia de estudiantes del campus terrassense, era dispar: llegaron de otros puntos de España, y también de Alemania, Egipto, Rumanía, Portugal e Italia. La experimentada asociación SpainRocketry reconoció el éxito de los proyectos, en cuanto al diseño y la fabricación, a pesar de los problemas con los paracaídas y sus despliegues.

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