Los pocos alumnos y profesores que quedan estos días por la Escola Superior d’Enginyeries Industrials, Aeronàutica i Audiovisuals (Eseiaat) del campus de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) en Terrassa se han visto sorprendidos por la frenética actividad que registraba una de las aulas del edificio (antigua Etseiat) de la calle de Colom. Esta aula, en la planta baja, se ha transformado en un improvisado taller de fabricación de cohetes en miniatura.
No son para ninguna exposición, sino para ser lanzados al cielo. La idea de celebrar un concurso internacional de cohetes -Internacional Rocketry Workshop- partió de la delegación en la Eseiaat de la asociación europea Euroavia de alumnos de ingeniería aeronáutica y cuajó en seguida en el seno de la entidad. Se apuntaron 16 estudiantes de varios países, los cuales han viajado a Terrassa, al campus de la UPC, motivados para vivir una nueva experiencia académica y lúdica.
Entusiasmo
Los alumnos participantes al certamen estaban ayer al mediodía concentrados al máximo. Repartidos en equipos -cuatro- intercambiaban impresiones sobre el diseño y la construcción del cohete. Sobre las mesas, ordenadores portátiles con el programa informático simulador y un buen surtido de material moldeable para construir la aeronave espacial. Y entre el material, cajas de huevos de gallina y de perdiz (estos últimos añadidos a última hora por la organización, contó Oriol Casamor, de Euroavia) que los cohetes deben transportar como si fueran pasajeros. Unos pasajeros, delicados y frágiles, que deberán llegar a tierra sanos y salvos.
José Recio, de la Escola Superior de Ingeniería de Cádiz, habló de la experiencia con entusiasmo. "Yo nunca había fabricado un cohete por lo que el taller me está resultando muy interesante, tanto por el contenido de la propuesta como por lo que supone de intercambio de conocimiento con estudiantes de otras universidades". Belal Zahda, de Berlín, también destacó la singularidad del certamen. "Es la primera vez que me enfrento a un concurso de cohetes. Para mí es una gran oportunidad porque permite conocer otros alumnos de aeronáutica, otras culturas y realidades". André Rocha, de Lisboa, coincidió y subrayó la inventiva de los estudiantes organizadores de Terrassa. "El requisito de que el cohete debe transportar dos huevos en su interior es ingenioso y divertido", comentó.
Entre los 16 alumnos sólo dos chicas. Una de ellas, Heba Emad Abdou, de El Cairo, quien consideró que "es un evento muy particular porque el tema de los cohetes no se aborda mucho en clase, o sea que la organización ha dado en la diada. Y además es una gran ocasión para compartir el interés por el espacio".
Los participantes al certamen finalizarán hoy su aeronave y horas después se desplazarán hasta el Club de Aeromodelismo de Alcolea de Cinca en Huesca. Allí, este sábado, tendrá lugar el concurso. Cada equipo debe elevar su cohete al cielo -se pide 400 metros de altura- y proceder al aterrizaje. El cohete deberá tocar suelo tal como ha despegado, o sea intacto, y también sus dos pasajeros, en este caso los dos huevos de gallina y perdiz que irán protegidos con un manto de espuma. El jurado premiará la capacidad y la calidad del vuelo y del aterrizaje. El ganador recibirá un aeronave en miniatura. Tanto si se gana o no, alumnos y organización creen que la experiencia habrá valido la pena.