Por motivos que los estudiosos de todo lo referente a la mente humana podrían explicar detalladamente, con datos, estadísticas y, si fuera necesario, con gráficas, la capacidad de crear un cierta aureola de magia alrededor de las historias o anécdotas que han sucedido, o que nos han narrado, no tiene freno alguno. Si hay un emplazamiento en nuestro entorno, con porciones de misterio y intrahistorias varias, este es lo que se conoce como la masia Can Viver de Torrebonica.
Transformada en el pasado siglo XX, como un sanatorio destinado a alojar a personas aquejadas de la temible tuberculosis, esta edificación aumenta su cuota de enigmática al estar, en la actualidad, deshabitada. En 1911 se fundó este centro sanitario, bautizado como sanatorio Mare de Déu de Montserrat, y que ha sido la raiz inevitable de leyendas oscuras e incluso se rodó una película en 2003, "Platillos volantes", que relataba las andanzas de dos obesos con el mundo de los extraterrestres, y que acabaron sin cabeza, en la estación de tren del lugar, bautizada como "el bajador de la muerte", por la multitud de enfermos que bajaban en ella, para acudir al sanatorio.
Sucesos luctuosos
Este suceso no es el único luctuoso que se recuerda relacionado con este dominio. Además, se le atribuyen episodios extraños, relacionados más con lo sobrenatural que con la realidad pura y dura. Todo el elenco propio que gusta recordar a los que les atrae todo lo que pueda ser una incógnita, con un poco de salsa terrorífica, o una simple especulación con orgullo de morbosa.
La reforma de la finca de Can Viver de Torrebonica fue obra del arquitecto nacido en Barcelona, Josep Domènech i Mansana, un erudito que también ejerció de profesor de la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, y que participó muy activamente en el esplendor de muchas localidades catalanas, colaborando en el diseño de muchos de sus edificios. Matadepera o Ullastrell, por citar dos poblaciones cercanas a Terrassa, disfrutaron de su intervención en algunas de sus construcciones.
Hasta el año 1909, este edificio era una casa de payés al uso, cuya antiguedad, según los antecedentes que se han hallado, podría ser del siglo XIII. Su denominación, entonces, era Can Barba `puesto que, su arrendatario, era Guillem Barba. Mas Botet o Mas Maduxer, fueron otros nombres que tuvo la finca, además de diferentes propietarios durante su periplo vital.
A mediados del siglo XVIII, su dueño era Francesc Sala Viver, que la dejó a su esposa, con la condición de que se preservara la finca con el nombre de Viver. Ramon Viver i Arnet fue su último amo, tras vender los terrenos, masía incluida, al Patronat de Catalunya per la Lluita contra la Tuberculosi. Tras derribar el edificio, se procedió a la construcción de lo que es en la actualidad. Ahora, despoblada, es cobijo de algún rodaje de series televisivas, aunque también ha habido, y habrá la posibilidad de revisarla, en unas visitas guiadas.