Terrassa

Sant Pere, o el puente que se ganó la permanencia por 10 a 8

Como indica su definición, un puente es una construcción para salvar un accidente geográfico, ya sea natural, como pueda ser un río, o artificial, como las vías del tren. Terrassa, afortunadamente, goza de varios accidentes geográficos del tipo de los mencionados, que le han permitido la posibilidad de exhibir una buena dosis de puentes, todos diferentes, de estructuras y materiales distintos, y, muchos de ellos, auténticos iconos urbanos.

En el juego de la oca, diversión que es posible que esté desterrada de las costumbres de la niñez, ante el apogeo de la tecnología, ir de puente a puente requería tirar el dado, para evitar que se nos llevara la corriente. Actualmente, ir de puente a puente en Terrassa, significa la contemplación de unos elementos muy particulares, con toda una historia detrás.

Tal vez, el más carismático de los puentes egarenses sea el de Sant Pere, un lugar de acceso limitado a los peatones y que estuvo a punto de ser derruido por propuesta de un concejal del Ayuntamiento, lo que, como era de esperar, provocó la reacción ciudadana y de entidades culturales, en contra de esta amputación innecesaria.

El puente de Sant Pere se salvaguardó, tras una enconada lucha dialéctica en el pleno del Ayuntamiento celebrado el 12 de junio, en el año 1918, y con la cuestión muy politizada, en una votación en la que los partidarios de mantener la construcción se impusieron a los que optaban por su desaparición 10 a 8. Final del partido.

Esta obra nació al albor de los recelos entre dos bandos, por una parte los habitantes de Terrassa, y por otra los payeses que poblaban el término de la ciudad. Las posiciones antagónicas partían del pasado, de la Guerra dels Remences, pero la chispa que encendió más la controversia, fue la idea de crear una nueva iglesia en la villa, con el fin de minimizar el efecto de parroquia con que contaban las iglesias de Sant Pere.

Unir las dos zonas
Para solucionar este conflicto, y facilitar el tránsito de los ciudadanos hacia la Sant Pere, quejosos por este motivo, los payeses formularon la alternativa de construir un puente que uniera las dos zonas. El 30 de marzo de 1558, se acordó la construcción de este puente que, en un principio, se atisbó como una construcción de poco rango, con un puente no muy alto. Esta posibilidad, quedó en nada, perjudicada por las posiciones antagónicas.

Unos veinte años más tarde, se rescató el proyecto y se inició la construcción del puente, muy lentamente, por la falta de fondos y la complicación por disponer de materiales para su edificación. El ritmo de trabajo, desesperante, hasta obligó a los vecinos a colaborar activamente para acelerar el proceso. Finalmente, hacia el año 1625, se acabó de confeccionar el puente que unía el municipio con las afueras de la ciudad, y que facilitaba el tránsito a todas las partes.

To Top