La Masía Freixa, restaurada a principios del siglo XX por el arquitecto Lluís Muncunill, es un indudable icono de Terrassa y una de las obras más emblemáticas de la ciudad.
Es posible que un arquitecto de la talla reconocida de Lluís Muncunill, acostumbrara a convivir con el elogio. Suyas son un buen número de obras que configuran Terrassa, y que constatan de la presencia del modernismo en la ciudad. Aunque, tal vez, no supiera de la magnitud del encumbramiento que tendría una de sus obras, posiblemente la más conocida entre los ciudadanos de Terrassa, a la par que la más visitada, por colegios, turistas o paseantes ocasionales.
Con claros atisbos de influencia gaudiniana, y como icono del Parc de Sant Jordi, se erigió la Masia Freixa, una fábrica en sus orígenes, que acabó siendo la morada de un industrial textil, Josep Freixa i Argemí. Muncunill, entre 1907 y 1914, aportó sus conocimientos para convertirla en el tesoro más preciado del modernismo egarense.
El arquitecto, sin duda, vistió este movimiento arquitéctico de gala con esta reforma de una Masia Freixa ya mítica. Asimismo, convirtió lo que aparentemente era una fábrica, en un emblema de la ciudad y de este estilo de hacer obras.
Destacan los arcos y las bóvedas que, con el indudable sello de Antoni Gaudí, adornan esta construcción. Las paredes de blanco y esa torre imperial, que preside el edificio con una marcialidad evidente, son otras de las marcas imborrables de la inspiración recibida por Muncunill por parte del que fue arquitecto referencia del modernismo.
El patrimonio terrassense, en cuanto a edificios se refiere, debe una gran parte de su idiosincracia a la cuidadosa huella de Muncunill, que también diseñó trazos de lo que es el Ayuntamiento, concretamente su fachada y la sala capitular. También fue suya la creación del Vapor Aymerich, Amat i Jover, sede del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya. Y la lista sigue, con construcciones como la Casa Joan Barata, el Hotel Peninsular, el Gran Casino, el Condicionament y muchas más.