La Sortida d’Ofici, de alguna manera el acto central, el acto-corazón de la Festa Major, el más ritualizado y de precepto, tenía este año una novedad: la incorporación de l’Àliga de Terrassa, de tan reciente creación. Y vino con sorpresa. Por tratarse de su primera vez en el Ball de Plaça, la regia figura quiso que su danza fuera “en honor del pueblo de Terrassa”, y la “representación de todos nosotros”, dijo el presentador, la ejerció el pintor Floral Soriguera, de 90 años. Cuando a las doce del mediodía llegó la hora de l’Àliga, a su lado apareció, en silla de ruedas, llevada por un “aliguer”, el “Suri”. En el silencio respetuoso que procedía, l’Àliga bailó su danza grave y solemne, y a su lado se movió el “Suri”. La bestia acabaría su intervención en un círculo también con los Bastoners, y un aplauso de los numerosos presentes.
La intervención de l’Àliga cerró una Sortida d’Ofici que como siempre llenó la Plaça Vella. La Gran Tronada dio paso al Esbart Egarenc con el Ball de Plaça, que antiguamente se bailaba por la Candelera, con el Rafael Aróztegui real, no su Capgròs, fotografiándolo desde el centro de la “rotllana”. La segunda vuelta la hizo el esbart con el alcalde Jordi Ballart y los concejales. Luego, los Nans hicieron el “Ball de la Cercavila”, primero solos, luego con el alcalde y los concejales. “Recuerdo al público asistente que sea benévolo”, dijo el presentador, pero, siguiendo la tradición, los políticos fueron simpáticamente abucheados. “Llevamos esperando todo el año para ‘desfogar-nos'”, espetó una señora a mi lado. “Ya he visto que el público no acaba de tener el concepto de ‘benévolo’ muy claro”, remacharía el presentador.