Pese a que ha vivido en seis zonas distintas de la ciudad, no se considera de ningún barrio concreto, pero sí "muy terrassense". Por casualidades de la vida, Rafael Aróztegui nació en Sabadell. Fue en el año 1945. Un aleatorio factor biográfico que ni mucho menos ha impedido que, desde el viernes, este erudito de la fotografía antigua y muy ligado a la cultura popular local sea el Capgròs de l’any.
Nació en Sabadell, pero cinco días después ya le estaban bautizando en las Esglésies de Sant Pere…
En Sant Miquel, sí. De hecho, mis padres ya vivían en Terrassa, pero el médico de mi madre estaba de vacaciones y quien le sustituía tenía la clínica en Sabadell.
Sonaba entre los favoritos a ser Capgròs de l’any. ¿Se lo esperaba?
Yo pensaba que tenía, dijéramos, un 20 por ciento de posibilidades, porque había tres o cuatro ‘capdidats’ a quienes yo veía con muchas opciones. De verdad que no creía que al final fuese yo el escogido.
En su facebook, ha comentado: "Ahora sé todos los sentimientos que debía tener la gran Mireia ese día". Es decir, el día de la pasada Festa Major en que Mireia Gabaldà se convirtió en Capgròs. ¿Puede describir esos sentimientos?
No sé, se te vienen muchas cosas a la cabeza. Yo estoy muy contento. No puedo decir que tanto me da ser capgròs, porque no es verdad.
¿Dónde estaba usted cuando se descubrió el Capgròs?
En el Raval, como cada año. ¿Sabe donde está el Café Brasilia? Bueno, pues no estaba allí, pero es una pista. (Ríe.) Dijéramos que igual tenía unas cincuenta filas de personas por delante en dirección al Capgròs. Lo que quería era fotografiarlo, como hago cada Festa Major.
Es decir, que no vio cuando "el nan de la Guapa" desenvolvió la pieza.
No. Me enteré porque escuche mi nombre y dije: ‘A éste, creo que le conozco’.
Usted es bastante popular en Terrassa, aunque también hay muchos egarenses que no tiene el gusto. A éstos, ¿cómo les explicaría por qué es Capgròs de l’Any?
Es curioso, porque cuando estaba en el balcón del Ayuntamiento saludando junto a mi capgròs a todas las personas que se encontraban en el Raval de Montserrat, le dije al alcalde: "Aquí abajo, hay un 90 por ciento de gente que debe estar pensando: ‘¿Y este tío quién es?’ (Risas.)
Ahora puede explicárselo.
Pues les diría que soy una buena persona, alguien que está muy visto en la ciudad porque está un poco por todas partes, que soy amigo de todo el mundo y también de muchas entidades de cultura popular.
Con una de ellas, La Llanterna, ha sido un entusiasta del Carnestoltes egarense. ¿Cómo empezó allí?
Yo primero les hacía reportajes, ya que la fotografía ha sido mi oficio de toda la vida, durante 49 años. Hasta que llegó un día en que les dije: ‘Eh, que yo también quiero salir en el Carnestoltes!’ Quería reírme y pasarlo bien. Dijéramos que soy más cómico que dramático.
Por cierto, ¿se identifica con su Capgròs?
La barba blanca, las gafas, la gorra… sí. Y me siento muy agradecido a Jordi Grau (el autor de la pieza) por su trabajo. El Capgròs siempre hay que entenderlo como una caricatura.
Hablando de la gorra, su Capgròs y usted el viernes llevaban la misma. ¿Se pusieron de acuerdo antes?
El tema es que Jordi Grau quiso hacer mi Capgròs con gorra, pero con el tipo de gorra que yo uso en invierno, no en verano. Ahora en verano, o voy sin gorra, o me pongo una gorra de esas con visera y de colores. De modo que él pensó que seguro que el viernes iría al Raval con una gorra diferente a la del Capgròs. Así que para que nos pareciéramos al máximo, él mismo fue a comprar una gorra negra media hora antes y me la dio al destapar el cabezudo.
¿Le reconoce más gente por la calle desde que tiene un "alter ego"?
He oído ya a alguien que pasando a mi lado comentaba en voz baja… ‘Éste es el Capgròs’. Aunque en realidad, todo esto del Capgròs, mucha ‘coña’, mucha ‘coña’, ¡pero hasta la Festa Major del año que viene ya no vuelve a salir a bailar!