Las sirenas se oyeron hasta bien entrada la noche. El ciclón, tan espectacular como breve, que azotó a Terrassa y su comarca el miércoles por la tarde provocó decenas de intervenciones de emergencias. Derribó muros, árboles y chimeneas, y rompió ventanas, tejadillos, antenas, revoques de fachadas.
Caminar por Terrassa al rato de la tormenta de agua y vendaval era toparse con los efectos de una sacudida con pocos precedentes. El enorme sombrero de una chimenea yacía en la acera de la calle de Vinyals. A pocos metros un montón de ramas desgajadas de árboles alfombraban las calles. En la calle Major unos cincuenta metros de acera estaban acordonados debido a la rotura de cristales. Una señal de tráfico estaba tumbada. Se desplomaron cables eléctricos y toldos y vallas. Varios árboles golpearon coches. En la calle de María Auxiliadora se derrumbó un muro.
Viento de cien kilómetros
Según Protección Civil, la máxima ráfaga de viento se detectó en la plaza de Lluís Companys: cien kilómetros por hora.
La Policía Municipal cifró en cincuenta las actuaciones de los servicios de emergencias originadas por el ciclón, sobre todo motivadas por la caída de árboles. Policías, bomberos, operarios de Gestión del Espacio Público y voluntarios de la ADF se emplearon a fondo durante horas. La resaca prosiguió ayer con múltiples intervenciones.
