Terrassa

La poesía toma el metro

En cualquier lugar, en el momento más inesperado, puede uno encontrarse con la poesía. Incluso yendo en tren, como les sucedió a algunos de los pasajeros que, el martes, entre las seis y la ocho de la tarde, realizaban un trayecto entre las estaciones de Les Fonts y Terrassa Nacions Unides de la línea de FGC. Por segundo año consecutivo, el festival poético Elixir programó un recital en los vagones -en funcionamiento con toda normalidad- del metro de Terrassa. Núria Marín, Irene Parrita, Laura Angue y Crisal Rodríguez, todas de la ciudad salvo la última, de Mollet del Vallès, fueron las autoras que, esta vez, declamarían sus versos, todos de creación propia, ante un público absolutamente casual.

Entre las participantes había un poco de nervios, a las seis, en Terrassa Nacions Unidas, minutos antes de empezar la "Invasió poètica al metro", que así se llemaba este singular recital. El comando poético "invasor" lo formaban dieciséis personas: las poetas, dos traductoras al lenguaje de signos -novedad de este año- , el equipo de Elixir, con su directora, Rosa Boladeras, algún acompañante, los periodistas de este diario, y un miembro de la plantilla de FGC. Una vez en el vagón, Crisal Rodríguez se puso en pie, declamó en voz fuerte su primer verso, "tu me dices que me amas", y el recital comenzó a circular, y nunca mejor dicho, sin ninguna dificultad. Las poetas fueron sucediéndose en sus recitados, generalmente simultáneos en puntos alejados de un mismo vagón, o en distintos vagones, y al igual que el pasado año algunos viajeros las escucharon y otros no, algunos sonreían y otros estuvieron serios, algunos se interesaron y apludieron al final del poema y otros seguieron imperturbables en sus pensamientos, sus miradas perdidas o fijadas en el móvil, pero ni uno solo expresó queja o molestia. Tras cada poema, las autoras explicaban que aquello formaba parte del festival Elixir, y un miembro del grupo repartía programas entre las personas que habían prestado atención.

Estilos diversos
Crisal Rodriguez recitó con los poemas aprendidos de memoria, Irene Parrita y Laura Angue apoyándose en folios, y Núria Marín, con un ejemplar de su libro "El umbral". Marín, además, añadió elementos de performance a sus recitados. En un cesto llevaba copias de sus poemas, que repartía al acabar. Con el primero, "Flores", lanzó pétalos mientras recitaba corriendo. "Quería que los viajeros sintieran la sensación tan positiva de las flores. Si pones alegría a algo, se contagia."

Para el siguiente se cubrió el rostro, y la traductora le pasó una cuerda por el cuello y las muñecas, y así recitó, casi gritando, "La mare". Al finalizar, se descubrió y fue desatada. "Espero no haberles asustado mucho", dijo a su sorprendido público. En otro poema, llegó a cantar un poco, y al final cuatro jóvenes lloraron de risa.

"Eres la sombra de pura luz", recitó Laura Angue en el preciso momento en que el tren salió del túnel y llegó la luz del sol. En la estación de les Fonts, esperando el trasbordo, Boladeras pregunta cómo ha ido. "Hemos roto el hielo", dice Rodríguez. Como el tren que llega es de los viejos, con los vagones no comunicados, las poetas se han de repartir por ellos. Va casi lleno, y Parrita comienza "respiro, dejando todo atrás". Más adelante, recitará sobre "el miedo que tiene el patriarcado de desaparecer" ante una viajera que se limpia las zapatillas con una goma. Rodríguez, después, gritará fuerte "gol" mientras corre, salta y sigue con el poema . "Que emocionante es ver pasar mi vida desde las gradas", recita, y suena "pròxima estació, les Fonts".

Allí, momento de ir al servicio, y después, un tren de los nuevos, con lo que las poetas pueden ser vistas y oídas por muchos viajeros, y parecen suscitar más curiosidad cuanto más alejados. La "invasión poética" concluye con Marín, Rodríguez y Angue haciendo una improvisación a trío, alternándose en versos que crean al instante.

Al final, balance, y positivo. "Ha habido momentos de mucha conexión, y otros en que nadie te escuchaba. He notado la gente más abierta cuando improvisaba", afirma Rodríguez, la única con experiencia en recitales ferroviarios. "Me dedico al slam, y a veces, como autodisciplina, me voy al metro de Barcelona y recito". Angue reconoce un poco de vergüenza, "pero se supera. La mayoría de veces, he improvisado. Tengo como un tema, y lo voy dejando fluir". Para Marín, ha sido "una experiencia muy bonita, diferente. La gente no se lo espera, y las reacciones son de todos los colores." Parrita la ha sentido como "muy enriquecedora. Te da la oportunidad de conectar con gente que nunca asistiría a un recital".

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