Hoy celebra 40 años de graduación la 10ª promoción de enfermerras formadas en la antigua Clínica del Remei. Cuatro décadas después recuerdan cómo se fraguó la enfermería moderna.
Corrían los años 70 cuando 500 jóvenes bachilleres, muchas de ellas egarenses, se examinaban en Barcelona para conseguir una de las 41 plazas en la Escuela Femenina de ATS de San Lázaro, en la antigua Clinica del Remei. El país respiraba aires de cambio y aquellas chicas, jóvenes de 17 y 18 años de edad, soñaban con convertirse en enfermeras y incorporarse a las plantillas de los hospitales del tardofranquismo. Hoy, 40 años después de su graduación, la 10ª promoción de aquella emblemática academia se reencuentra en Terrassa para recordar los que para muchas fueron "algunos de los mejores años de nuestra vida".
"La mayoría teníamos el bachillerato elemental -recuerda Conchita Torres, una de las profesionales de aquella icónica promoción-. Muchas ya trabajaban en clínicas, en el comercio o acababan de dejar las clases. Todas soñábamos con ser enfermeras tituladas, profesionales de la salud".
La primera lección que aprendieron nada más pisar las aulas fue que sanidad y disciplina caminaban de la mano. "Pasaban lista, controlaban las entradas y salidas, fichábamos en las prácticas y conseguíamos un galón cada curso", explican.
La formación era muy profesional -"estudiábamos anatomía, farmacología, psiquiatría, pediatría.."-, y sexista. "También dábamos clases de moral y de labores del hogar, no teníamos elección. Los chicos, sin embargo, estudiaban para practicantes en el Clínic y se incorporaban a los servicios de urgencias, a accidentes de trabajo".
Provistas de cofia y delantal, la 10ª promoción de enfermería de la Clínica del Remei recuerda bien aquellos primeros años de prácticas en los hospitales, fiestas de estudiantes y movilizaciones en las calles. En el viaje de fin de estudios a Grecia, dos alumnas tuvieron problemas para abandonar el país "porque estaban fichadas".
De vuelta a Terrassa, el sector sanitario esperaba a las nuevas enfermeras. Catalunya había vivido un proceso migratorio sin precedentes y un baby boom que disparó la demanda en las consultas y en las maternidades. "Había mucho trabajo. Los hospitales crecían y necesitaban profesionales, de manera que pudimos escoger. Nos llamaban del Clínic, de Vall d’Hebron. Fue dejar las aulas y empezar a trabajar", comenta Pilar Marroyo, también de la 10ª promoción.
La carrera profesional de esta generación ilustra la historia de la sanidad catalana y ejemplifica la profesionalización de la enfermería. "Cuando llegamos en prácticas al Hospital de Sant Llàtzer el suero estaba en botellas de vidrio y los actuales catéteres eran agujas cortas y contábamos el cuentagotas con segundero. Quemábamos alcohol para calentarnos y lavábamos a los ancianos con cubos. En pocos años todo cambió, se esterilizó y alcanzó estándares de calidad".
Ya como profesionales, la mayoría de las enfermeras del 77 se incorporaron a las plantas, los quirófanos, los laboratorios y las consultas de los hospitales, donde "en poco tiempo aprendimos muchísimo. Teníamos mucha ilusión, queríamos saber más y no nos importaba dedicar horas", explica Pilar.
Conchita recuerda muy bien aquellos años en los que "se respiraban aires de cambio, en las calles y en la sanidad. A finales de los 70 y principios de los 80 todos éramos muy jóvenes, médicos y enfermeras, y teníamos muchas ganas de mejorar, era fantástico".
Las profesionales valoran de manera especial el papel de la directora de enfermería de Mútua Pilar Argelés y su empeño en dignificar la figura de la enfermera "frente al médico. Estaba empeñada en erradicar el cliché de la chacha y en situar a la enfermera en el lugar que le correspondía, pasando visita".
Muchas de aquellas jóvenes enfermeras de los 70 son hoy profesionales a las puertas de la jubilación. Algunas colgaron las batas y cambiaron de profesión. La mayoría, sin embargo, han desarrollado una sólida carrera profesional como enfermeras en los hospitales catalanes, donde han contribuido a formar a nuevas generaciones y donde hoy ejercen de coordinadoras o jefas de área. Han cambiado la medicina, los recursos y también "las enfermeras. Llegan -dicen- mucho más preparadas que nosotras a su edad, aunque con una formación menos integral".
La Terrassa del Museu acoge esta noche una cena conmemorativa del 40 aniversario de la promoción de 1977. Asistirán 29 de aquellas 41 jóvenes estudiantes.