En la recta final de la temporada de danza del Centre Cultural Terrassa actuó la compañía Spellbound de Italia que representó "Las cuatro estaciones", de Antoni Vivaldi, acompañada de la música en directo de la Orquestra de Cambra Terrassa (OCT) 48. El espectáculo dejó buenas sensaciones. El público apreció el reto de fusionar una obra de música clásica con la danza contemporánea y especialmente el hecho de que aquella fuera interpretada en directo por una formación de cámara de prestigio como es la que dirige Quim Térmens.
"Las cuatro estaciones" de Vivaldi datan del año 1723 por lo que casi han pasado trescientos años. Mauro Astolfi, coreógrafo y codirector del Spellbound, retoma la obra barroca del compositor veneciano y la reinterpreta para ser bailada hoy. Astolfi se inspira en la naturaleza y sus cambios climatológicos -tema de unión de la música- y hace su propia lectura.
En escena sitúa a nueve bailarines que dialogan con un objeto. Un objeto que evoca una casa y que, mediante proyecciones, se transforma también en un barco, en un árbol; en definitiva en un espacio abierto y moldeable a merced del paisaje que se va transformando y que incide también en el estado de ánimo. La coreografía se mostró vital, enérgica, rítmica, sensible pero cuando bailaba todo el conjunto tuvimos la impresión que encadenaba figuras y movimientos un tanto reiterativos. Brillaron, eso sí, algunos fragmentos, sobre todo los interpretados por solos, dúos y tercetos. Y nos gustó, por atrevido y bien ejecutado, el tango que se insertó cuando llegaba otoño, una estación propicia a la melancolía que respira ese baile popular llegado de Buenos Aires.
Buscando la identidad
Con respecto a la escenografía, cabe señalar que el objeto, la casa, dio bastante juego. Los bailarines se sirven de ese recurso como punto de referencia para ir, volver, estar, permanecer… Una relación que nos sugirió la necesidad de expresar que el ser humano requiere de un refugio propio con identidad. De ahí que la última bailarina que aparece en el escenario no consiga desprenderse de ese objeto. Ella se va pero la casa la persigue. Celebrar también que las proyecciones sobre las paredes del objeto propiciaron bellas imágenes poéticas sin robar el protagonismo a los bailarines. Un hecho este último de agradecer visto las últimas creaciones presentadas que recurrían al montaje audiovisual y que dejaban a los artistas en un segundo plano. Echamos en falta eso sí un vestuario más elegante y menos informal.
El espectáculo, de una hora y escasos minutos sin pausa, recibió aplausos. No fue espectacular (la temporada de danza del Centre Cultural tiene el listón muy alto) pero más o menos complaciente. Y a ello contribuyó de un modo especial la música en directo. Aunque popular, "Las cuatro estaciones" es una obra emotiva y en manos de la OCT 48, con la solista Ala Voronkova al violín, resultó un placer para los sentidos.