Tenía muy claro que se había de recuperar la calle. Hace cuarenta años, no había gente en la calle, si no iba a un lugar concreto, no se paseaba. Y era un camino para recuperar la cultura popular, y también la cultura catalana", afirmó Jordi Labòria, concejal de Cultura del primer ayuntamiento democrático, en la mesa redonda "La represa de la festa i la cultura popular després de la dictadura", en la que la Coordinadora de Grups de Cultura Popular i Tradicional Catalana reunió, el jueves, en la Coral Els Amics, a algunos de sus protagonistas.
Del blanco y negro a la luz
En este 2017 en Terrassa se celebran varios aniversarios importantes (40 años del Carnestoltes, 35 del Capgròs de l’Any, 25 del "Laberint d’Arcàdia") y de ahí la idea de este "viaje al tiempo en que no existía la Fira Modernista ni el Festival de Jazz, ni muchas cosas que damos por sabidas, que recordamos en blanco y negro, como la mayoría de fotografías, pero en el que se hizo la luz, y surgió gente con ganas de darle la vuelta a la tortilla", introdujo Ramon Codinas, presidente de la Coordinadora, lo que serían una hora y tres cuartos de fluida tertulia con "inconsciencia" y "espontaneidad" como palabras clave.
La Coordinadora reúne actualmente unos cuarenta grupos, pero hace cuarenta años solo habían sardanistas y esbarts, "en los que la gente hacía resistencialismo político o cultural danzando un ‘ball pla’", recordó Lluís Puig (Esbart Terrassa). Y con el fin de la dictadura, de ese espíritu resistencialista surgió "la dinámica de recuperar un calendario festivo desaparecido. Los capgrossos que recordaba de niño, si no les dabas un duro te clavaban una colleja, y los ayuntamientos habían de contratar gente para hacer bailar los gegants".
El franquismo lo había borrado casi todo, pero fueron a buscarse los antecedentes, y el resto, que fue mucho, se inventó. De la Festa Major se consultaron programas del siglo XIX. Marc Galí (Bastoners) se pasó dos años buscando a quienes habían bailado en las antiguas colles bastoneres. "Le silbaban las canciones a Carles Llongueras y así recuperamos las músicas." De un mamotreto de castells, Llongueras (Grallers) se fotocopió las partes de grallas. Tampoco se recuperó todo en aquel período (1977-1981). Galí recordó que ya estaban las sardanas, el teatro, los esplais, el escultismo y asociaciones de vecinos, y Jan Grau (Geganters) dijo que "el teatro y la animación infantil fue lo primero que ocupó la calle, y las manifestaciones, claro. Pero cuando hubo un parlamento, unos cuantos vimos la necesidad de recuperar la identidad festiva de la ciudad. Era lo que nos movía".
Fueron años de una insólita eclosión y vitalidad de la cultura popular, en Catalunya, y en Terrassa de una manera especial. "No es por comparar -sonrió Labòria-, pero Sabadell tuvo las mismas oportunidades, y no nació todo esto, y no ha acabado de nacer nunca". "Recuerdo unos años de explosión constante -dijo Maria Dern (Grallers, Minyons)-. Se hacía una cena, alguien lanzaba una idea, y salían los Diables. Unos días más tarde, otra cena, y salía La Pàjara. Cosas que se decían en una cena se llevaban a la práctica, por la gente que las pensaba y el apoyo del Ayuntamiento."
Sticks rotos como "bastons"
"Habia ganas de cambiarlo todo, la ilusión de participar en estos cambios, y un grupo de ‘ximples’ nos lo creímos, que todo estaba por construir, reconstruir y crear, aunque fuera copiando, o mal copiando", sintetizó Grau. Y todo nacía casi sin pensarlo y cómo se podía. Bastoners comenzaron a ensayar con sticks de hockey rotos, porque no había dinero para "bastons". La primera bestia de la democracia fue el Lagarto Jaén que Grau montó en la tienda de un campamento del Centre Excursionista. El primer Capgròs de l’Any lo hicieron a Labòria por apoyarlos, y Jordi Grau se puso a ello porque se había roto las rodillas esquiando, y a Jan Grau no le salía. En una cena Josep Vallhonrat dibujó La Pàjara y Joan Ignasi Ros la construyó. En una diada del CET Josep Antoni Falcato y Brugués levantaron una estructura de "falcons" proto-Minyons. En el CET confluyeron algunos de estos pioneros, y en la Plaça Vella, todos. "Recuerdo estar sentado en los bancos de la Plaça Vella, y la conversación con Falcato, "Bubu" y el "Negre"de que querían hacer una colla castellera, y me interesó", explicó Llongueras.
Pero no todo fueron "flors i violes". Hubo escisiones dolorosas, egos, concejales "de infausta memoria", y para Puig "fue triste que muriera un modelo de carnaval -sin motores y altavoces- por el que luchamos mucho". Pero, de todas formas, qué envidia de tiempos.