Terrassa

Alarma en las autoescuelas por la falta de examinadores

El equilibrio es precario, de suma fragilidad. La falta de examinadores de Tráfico ha situado, una vez más, a las autoescuelas en riesgo de colapso. Los centros de formación vial han vuelto a denunciar el déficit, que provoca retrasos en su actividad y ha obligado a las escuelas a buscar fórmulas propias de gestión para limitar el acceso de los alumnos a las pruebas de prácticas y evitar saturaciones los días de examen. Si no hay examinadores, se demoran las pruebas y los aspirantes dejan de practicar en las escuelas, y muchas de éstas corren peligro “de cierres y despidos”, según la Confederación Nacional de Autoescuelas.

En Terrassa y el Vallès Occidental la situación es similar a la del resto de la provincia de Barcelona, una de las demarcaciones más lastradas por la carencia de examinados de la Dirección General de Tráfico. De hecho, según la confederación nacional, el problema en el ámbito de la Jefatura Provincial de Tráfico de Barcelona es de especial gravedad, como en Tarragona, Girona, Lleida, Alicante, Baleares, Ciudad Real, Cuenca, La Rioja, Madrid, Navarra y Valencia, jefaturas “que aportan el 48 por ciento de los permisos expedidos en España”. En esas demarcaciones “”llegan a acumularse retrasos para realizar el examen de un mes o más, por no mencionar los cambios de fecha de última hora”.

Si la estructura de acceso a las pruebas no ha reventado en Terrassa y el Vallès Occidental es, según los responsables de autoescuelas locales, porque los centros han acordado medidas que ellos mismos sufragan. Consisten sobre todo en la autoimposición de cupos por profesor.

“El problema lo hemos suavizado nosotros mismos”, recalca Jordi Bach, director de la autoescuela La Rambla. Tanto su centro como otros contratan a profesores que no imparten formación, sólo con el cometido de que lleven a alumnos a los exámenes. A veces, las escuelas dan de alta a profesores únicamente por un día. “Sólo aportamos tres alumnos por profesor”, añade Elisabeth Vilar, responsable de la autoescuela Vallparadís.

Así, con esos cupos, se evitan atascos. De momento. “Al menos subimos a examen cada ocho días laborables. Hasta hace un par de años no sabíamos ni cuándo podíamos hacerlo”, subraya Elisabeth Vilar. “En ocasiones nos avisaban sólo con dos o tres días de antelación”, indica Jordi Bach. Antes podían pasar tres semanas sin actividad para tener concentrado todo el trabajo en una. Si un alumno suspende el examen de práctica, debe esperar a que el cupo le permita aspirar de nuevo al aprobado. “Nosotros mismos nos limitamos, cuando no existe límite según la normativa”, agrega Vilar.

ALIVIO TEMPORAL

La coyuntura llegó a tal extremo de gravedad que las autoescuelas aportaban alumnos a las pruebas cada mes o mes y medio, periodo de espera que aún rige en muchos centros de formación del país. “Actualmente tenemos cierta regularidad, pero no podemos presentar a todos los alumnos que queremos presentar”, dice Anna Bach.

Esmeralda Luna es la directora de Autoescuela Piedra. También su centro, por supuesto, lleva a tres alumnos por profe a los exámenes, pero en abril Tráfico sólo le ha reservado dos pruebas y en mayo tendrá tres. Y el que suspende va a la parte de atrás de la cola, a la espera de que otros candidatos puedan examinarse. Debe aguardar un hueco en la apretada agenda oficial. “Es una locura. La gente se nos echa encima y pagamos nosotros”, se queja Esmeralda.

El parche del cupo ha permitido un alivio que parece temporal, una solución provisional “que se puede quedar en nada”, reconoce Jordi Bach. Este profesional, como sus compañeros, teme que la espiral se active de nuevo: si no hay exámenes, los alumnos no hacen prácticas y si los alumnos no hacen prácticas, las autoescuelas no trabajan. “Esta situación provoca interrupciones en los procesos de formación de los alumnos y parones en la actividad de los profesores, lo que genera una pérdida de calidad formativa y pone en riesgo, en primera instancia, el empleo del profesorado”, denuncia la confederación nacional. El colectivo de profesores es de 18.000 personas en toda España, según esa entidad, que considera una “ilusión óptica” la disminución del intervalo de espera en algunas demarcaciones.

El problema parece atenuado porque las autoescuelas “han optado por no presentar a la prueba de circulación a todos los alumnos que podrían”. Y si un centro formativo dispone de una legión de profes y cada uno de de ellos pasa a tres alumnos, lo más probable es que la escuela que va detrás en la secuencia de acceso tenga que esperar a otra convocatoria. A saber. La confederación recuerda que muchos aspirantes a conductores no pueden acceder a determinados trabajos si no tienen carné. Las consecuencias sociales del déficit denunciado son “graves”.

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