Las autopsias de los dos agentes rurales asesinados en Aspa (Lleida) el pasado 21 de enero concluyen que los primeros disparos que recibieron eran mortales y que los dos últimos se hicieron desde más cerca, cuando ambos ya estaban abatidos en el suelo, según el resultado del informe forense conocido hoy.
Las autopsias determinan que los disparos, en función de los restos hallados y de las características de las heridas, se hicieron desde una distancia de entre un 1,5 y 6 metros, lo que es incompatible con la versión del cazador Ismael Rodríguez, quien confesó el crimen pero dijo que disparó desde unos 15 metros, en un acto reflejo y sin saber porqué.
Según el informe, uno de los agentes presentaba dos heridas, una de ellas en la región paraesternal derecha, que le afectó al corazón, que corresponde a un disparo realizado a una distancia de entre 3 y 4,5 metros y que era “incompatible con la vida”.
El segundo tiro, dirigido a la zona parietal posterior derecha, es decir, el cráneo, fue hecho a una distancia de poco más de un 1,5 metros y de arriba abajo; esta verticalidad es lo que hace pensar al forense que el disparo se hizo cuando el agente ya estaba en el suelo.
La autopsia del otro agente fallecido es similar, aunque presentaba más heridas ya que el primer disparo, que se hizo a una distancia de entre 3 y 6 metros, impactó en primer lugar en su muñeca, la atravesó y acabó en su mandíbula.
A partir de este dato, que hace pensar que el agente intentó protegerse, la Asociación Profesional de Agentes Rurales de Cataluña (ASPARC) subraya que sus compañeros podrían haber tenido una opción a defenderse si hubieran ido armados.
El informe forense indica que de las características de las lesiones encontradas en el segundo caso “se deduce el orden de producción de las heridas”, y sostiene que el disparo en la muñeca y la mandíbula fue el primero, ya que la gravedad de la lesión “no permitiría que después moviera el brazo para interponerlo delante de la cara”.
El segundo disparo entró por un lado del cuello y salió por el otro y fue hecho a entre 2 y 3 metros de distancia, “la dirección del trayecto es casi perpendicular al eje longitudinal del cuerpo, por lo que se puede deducir que este segundo tiro se tuvo que haber producido encontrándose el cuerpo ya en el suelo, y no durante la caída”, concluye el forense.
También confirma esta teoría la dirección del reguero de sangre de la herida, y a su vez confirma las sospechas de los compañeros de las dos víctimas de que Ismael Rodríguez remató a ambos agentes cuando ya estaban en el suelo.
Esta semana, han declarado en el Juzgado de Instrucción 4 de Lleida que lleva el caso varios testigos y uno de ellos ha confirmado que 14 de enero, la semana antes del crimen, había ido de caza con el acusado al coto de Aspa con la escopeta utilizada en este crimen y para la que el acusado no tenía el permiso de armas correspondiente, de tipo E.
Tres meses después del crimen, el juzgado todavía está espera del informe de balística que deberá determinar si la escopeta con la que dispararon a los agentes pudo efectuar 4 tiros seguidos, porque no había sido limitada a tres, como establece la normativa, o si cumplía los requisitos y para hacer el cuarto disparo fue necesario recargarla.