La coincidiencia del aterrizaje de Dani Mateo y de su invitado especial Alberto Demomento en el escenario del Centre Cultural se saldó con algo menos de media entrada, una audiencia bastante inferior a lo que era previsible, dada la gran popularidad del cabeza de cartel de esta tarde de monólogos.
Pero resultó evidente que no era el mejor día: la fuerte competencia de la Diada de Sant Jordi y la inminencia del partido de fútbol Real Madrid- Barça fueron escollos insalvables a la hora de intentar aumentar la afluencia de público.
Pasadas las 6.30 de la tarde, con el público ya situado en sus butacas y con evidentes ganas de echarse unas risas durante un buen rato, subió al escenario Alberto Demomento para ofrecer algo menos de media hora de un monólogo desenfadado, con el sexo y especialmente el sexo en pareja en el centro de su relato, lo que sirvió para ir “calentando” al respetable hacia una vorágine de risas encadenadas, que era de lo que se trataba.
Alberto Demomento, que el próximo 6 de mayo ofrecerá otro monólogo en el mismo espacio (esta vez en solitario), estuvo especialmente emotivo cuando, al final de su actuación, tuvo un recuerdo para las víctimas de la violencia machista e invitó a reflexionar a su audiencia acerca del maltrato a las mujeres.
El “Highway to Hell” de AC/DC anunció el aterrizaje en el escenario de Dani Mateo, impelido por la que parece una inagotable energía y por la sabiduría que ha ido atesorando durante los más de diez años que lleva consagrado al “humor inteligente.”
Pinceladas
El Dani Mateo monologuista es, como no resulta difícil de suponer, muy distinto al humorista mediático y al comentarista satírico de “El intermedio.” Aunque su propuesta tiene alguna que otra pinceleda de sus intervenciones en el programa del Gran Wyoming (con referencias a Marhuenda o a Esperanza Aguirre), el Dani Mateo de las distancias cortas es más personal y más gamberro, se desnuda más (en lo que apuntes biográficos se refiere), y da una idea más aproxinada de sus obsesiones, de sus fobias, de sus frustraciones. El monólogo que trajo a Terrassa está hilado a partir de textos que ha ido llevando a los escenarios en estos últimos diez años, pero también hay alguna que otra improvisación, que en Terrassa se refirió a su artista invitado -Alberto Demomento, al que afeó su dicción andaluza (suponemos que con cariño)- y a la falta de público numeroso -“¿para qué van a pagar si pueden verme cada día una hora gratis?”.
El resto incluyó apuntes biográficos (como su relación amor/odio con el circo, la relación con su padre, su infancia de niño gordo o sus vaciones en Santa Pola) además de referencias al “procés”, al “amor” a los catalanes, a la familia real (de la que se despachó a gusto), a los mayas, a los marcianos, los alemanes… Fue una hora de risas sin pausas que, al final, supo a poco.