Viven de manera provisional en techo ajeno, en casas de amigos, desperdigados. Sus dos fincas han sido precintadas. Movimientos de tierras causados por las intensas lluvias de finales de marzo han obligado a los moradores de dos viviendas de Can Palet de Vista Alegre a abandonar sus hogares, que han sido precintados por la policía. Y la cosa, parece, va para largo, informes arquitectónicos mediante. Unos técnicos volverán hoy a hacer una inspección.
Fue el 31 de marzo, luego de copiosas lluvias que ocasionaron incidencias en diversos puntos de la comarca. En Terrassa, en la calle de la Cadernera, en Can Palet de Vista Alegre, los servicios de emergencias resolvieron precintar dos fincas, dos casas pareadas con el terreno circundante propio de estas fincas radicadas en zonas residenciales.
El jueves, 30 de marzo, por la noche, Miguel Urrestarazu ya notó unos ruidos extraños, sospechosos, en su casa. La de su hermano Jonathan está situada justo al lado. Es contigua a la suya. Miguel salió de la cama e inspeccionó la finca, pues aquellos ruidos le pusieron la mosca detrás de la oreja. Y el instinto no falló. No se trataba de sonidos quejumbrosos habituales en construcciones y más perceptibles en el silencio de la noche.
Parte de un muro del perímetro había cedido. Esa delimitación da a una riera. Los daños afectaron también a otro muro. Los Urrestarazu contactaron con los servicios de emergencias y dotaciones de los bomberos y la Policía Municipal se presentaron en la calle de la Cadernera para proceder a una revisión exhaustiva de las fincas.
A tenor de los exámenes técnicos iniciales, el origen de los desperfectos estaba en la rotura de una tubería de recogida de aguas pluviales instalada entre las dos viviendas. El líquido liberado de forma abrupta se diseminó por el terreno y provocó un movimiento de tierras con los daños en los muros como efecto más visible. Pero las repercusiones podían ser más graves, aunque menos detectables: las casas también estaban en peligro. Había que desalojarlas, como decidieron los bomberos, la policía local y un técnico municipal.
Las dos familias se vieron obligadas a marcharse, con disgusto pero con resignación. No había más opción que alojarse en otros sitios, de prestado. Unos fueron a parar a casas de amigos. La madre de los hermanos, también residente en uno de los edificios. se cobijó en otra vivienda de su propiedad.
La policía tiene las llaves
Las fincas quedaron precintadas y así seguían ayer. “La Policía Municipal tiene las llaves”, dice Miguel. Los afectados no podrán volver hasta que la situación de las fincas esté normalizada y desaparezca el peligro. Hasta que se emprendan las obras necesarias, pasando por el vallado provisional que impida el acercamiento a la parte inferior del terreno. “Nos han pedido medidas cautelares”, señala Miguel. De momento, los propietarios ya han reparado la tubería del desagüe pluvial. Han realizado un empalme temporal por si se registran episodios de lluvias copiosas.
Peritos de las compañías de seguros y un técnico municipal tienen previsto efectuar hoy una nueva revisión de los recintos. Las familias afectadas quieren que su situación no se dilate en el tiempo y que las trabas burocráticas no lastren su regreso. Sus quejas van dirigidas, sobre todo, a las compañías aseguradoras. “Ninguna nos ha realojado. Ninguna, de momento, se ha hecho cargo de nada”, afirma Miguel Urrestarazu.