Terrassa

“La cultura popular no ha parado de crecer en los últimos años”

Lleva ya más de seis años en el cargo, atravesando dos legislaturas (una de dos y otra de tres años), con Artur Mas y Ferran Mascarell (al frente de Cultura.) Con el cambio de gobierno lo corriente hubiera sido que el nuevo conseller, Santi Vila, le hubiera reemplazado por alguien de su confianza, pero esta máxima ha sido así en las otras direcciones generales, salvo en su caso. Una gestión muy satisfactoria parece ser la clave de la permanencia del egarense Lluís Puig al frente del cargo. Es hora, pues, de hacer balance.

¿Cómo valoraría estos años al frente de la dirección general de cultura popular?
Han sido cinco años extraños, ninguna legislatura ha sido completa y se han vivido situaciones poco habituales, pero aún así debo hacer un balance positivo. Hemos podido trabajar en red constituyendo el Consejo del asociacionismo cultural, agrupando las 32 federaciones nacionales de este ámbito. Una de las iniciativas que hemos podido impulsar ha sido el Espai A, utilizando los escenarios de los Ateneus para impulsar un circuito de espectáculos de grupos amateurs como esbarts, corales, bandas de música o grupos teatrales, y ahora recientemente a partir de esta iniciativa se ha logrado la Xarxa de Teatres d’Ateneus de Catalunya, treinta escenarios trabajando de forma mancomunada. Es algo que no se había hecho nunca y que supone un importante aprovechamiento de recursos. Además ha ido muy bien para los Ateneus sin actividad.

¿Qué otros logros destacaría?
También hemos impulsado el Consell de l’Etnologia Catalana. La ley de 1993 marcó el inicio del inventario del patrimonio etnológico de Catalunya, y diez años más tarde la Unesco apostó por la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial. En veinte años de investigación, hemos vivido la creación de museos, publicaciones, libros, centros de interpretación… Había un trabajo muy importante, pero faltaba formar un comité de expertos y encarar cómo afrontábamos esta investigación con el objetivo de elaborar un Pla Nacional de Recerca Etnològica.

¿Con qué propósito?
Es un plan que servirá como indicador de los temas y territorios menos investigados y sobretodo, qué recursos necesitamos para realizarlo. En el comité participan cinco hombres y cinco mujeres de diferentes puntos de la geografía con visiones plurales, que se han puesto a trabajar en los proyectos de futuro inmediato sobre este patrimonio cultural inmaterial.

¿Por qué creen que es importante?
La etnología y la antropología dependen en buena parte de la memoria de las personas. Aún tenemos a muchas personas vivas que proceden de un modelo social muy diferente al nuestro, con unas formas de vida diferentes. Hay mucha sabiduría popular, y buena parte está desapareciendo. Los usos y costumbres de Catalunya repercuten en muchas áreas de actividad económica, social, medioambiental…

Uno de sus objetivos era visibilizar el asociacionismo. ¿Ha sido así?
Ha sido importante el trabajo de ordenar y poner en valor el asociacionismo cultural. La cultura popular no ha parado de crecer en cantidad y calidad, con pocos recursos y mucho voluntariado. Gracias a ello el asociacionismo ha soportado muy bien la crisis, se han podido emprender proyectos nuevos. Al contrario de lo que piensa la gente, no es un sector muy dependiente de las subvenciones; suponen tan solo un treinta por ciento del presupuesto que manejan anualmente las más de cinco mil asociaciones culturales que existen, y eso sumando las aportaciones de la Generalitat, ayuntamientos, consells comarcals y diputaciones. El resto de recursos consiguen generarlo gracias a las cuotas de los socios, el alquiler de espacios, las ventas de servicios… Sin estas entidades habría mucha menos actividad cultural en Catalunya. Y uno de los valores que se han puesto en solfa ha sido el de la cohesión social, la integración y la no exclusión de nada ni nadie.

Además usted ha tenido la oportunidad de conocer de cerca muchas de esas entidades…
Es el mejor y más grande premio que he tenido, poder recorrer el territorio y hacer kilómetros y kilómetros. Han cambiado mucho las cosas después de que en 1977se hiciera el primer congreso por la cultura catalana. La reflexión en ese momento era: "Si no hacemos nada nos quedaremos sin gralles, acordeones diatónicos y castells. Cuarenta años después el trabajo ha sido brutal y se celebran 15.700 fiestas tradicionales. Hace cuarenta años estaba prohibido manifestarse en la calle y muchas expresiones festivas apenas sobrevivían. Los Bastoners habían casi desaparecido en la década de 1960, y ahora la colla de Terrassa no puede asumir a todos los niños y jóvenes que quieren entrar. La cultura tradicional ha hecho a un país, y eso es lo más apasionante.

Una vez consolidado el movimiento asociativo, ¿qué toca ahora?
Hemos empezado a acordar contratos plurianuales con el mundo asociativo. Las subvenciones anuales las vamos dejando, solo las mantendremos para acuerdos puntuales. Es algo importantísimo para las entidades, y hemos empezado por las tres confederaciones: el Moviment Coral Català, la Confederació Sardanista de Catalunya y el Ens de l’Associacionisme Cultural.

Tenemos que estar orgullosos entonces de nuestro movimiento asociativo…
Te doy un dato. De 1887 a 1936 Catalunya tenía treinta mil entidades, con una ratio de una entidad por cada 97 habitantes. Entre 1980 a 2014 la cifra ha alcanzado las 69.500 asociaciones, una por cada 108 habitantes.

Apenas hemos perdido fuelle entonces. ¿Es insólito?
Totalmente; en otros países no se da. En Estados Unidos, por poner un ejemplo, lo único que se hace de forma amateuramateur depende solo de las extensiones universitarias. Precisamente en el verano pasado fuimos a Washington porque en 2018 seremos el país invitado del Smithsonian Folklive Festival. Hemos contado con dos años para prepararlo.

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