Terrassa

“Aún hay esperanza de que llegue un tiempo nuevo”

El cantautor Daniel Viglietti será mañana (a las ocho de la tarde, en la Nova Jazz Cava) el gran protagonista del concierto organizado dentro del ciclo Terrassa Música Moderna, en colaboración con el festival Barnasants. Viglietti es autor de míticas canciones como "A desalambrar", "Canción para mi América" "Milonga de andar lejos" o "Gurisito", que han llegado a interpretar múltiples artistas de distintas procedencias a lo largo de la historia. Atesora sesenta años de trayectoria y un arsenal de importantes experiencias.

¿En qué se basará el repertorio que trae mañana a Terrassa?
Es una suerte de recuerdo a Mario Benedetti, en el que aparecerán muestras de nuestro trabajo conjunto en "A dos voces", con el cual recorrimos muchas partes del mundo y del que existe un disco, editado en España por Visor. Lamentablemente Mario no está, por lo que en algunas ocasiones haré el trabajo a dos voces, cantando como Daniel y diciendo como Mario. Es una cosa que me emociona y me alegra, tengo una nostalgia muy grande. Tuvimos una relación de amistad muy importante, y este concierto es como pasar un rato con él, como si le diera un abrazo.

¿Cómo iniciaron su amistad?
Nos conocimos en Uruguay hace cincuenta años, trabajando en el semanario cultural "Marcha", que dirigía Carlos Quijano. Fui colaborador permanente justo desde el día en que murió Violeta Parra. Él era redactor y yo escribía gran cantidad de artículos sobre canción. Coincidíamos también en actos, como en 1971, en el nacimiento del Frente Amplio. Tengo un recuerdo muy grato de él cuando estuve durante tres semanas en prisión y pude salir gracias a la presión internacional, de gente como Sartre o Miguel Ángel Asturias. Tuve la posibilidad de ser liberado por ser un artista conocido. Mario, como militante del Frente Amplio, hizo un largo discurso, "Canto libre, vida libre", en el que hablaba de la prisión del cantor como símbolo. Fue estupendo enterarme, al salir, de que lo había escrito.

¿Y cómo nació su espectáculo?
Después nos encontramos en los años de exilio. Yo llegué de gira a La Habana, donde él vivía. Nos llegó una invitación desde México para viajar, él como escritor y yo para ir a cantar. En ese momento nos pusimos a hablar de cosas personales, de una amiga común muy querida, Soledad Barrett, una luchadora que fue asesinada en Brasil. Era 1978, él me leyó un poema sobre ella y yo le canté una canción. Se nos encendió la idea de hacer algo juntos. Presentamos "A dos voces" en México y luego en muchas otras partes. Yo regresé del exilio un poco antes que él, en 1984, y a su llegada le recibí con un acto en un teatro por el que tuvimos que cortar la calle de tanta gente que hubo.

¿Qué queda de aquella época de lucha que cortaron las dictaduras?
Creo que nada de eso fue inútil, no hay que arrepentirse. Hubieron aciertos y errores; no existe nada perfecto, excepto la inmovilidad. Tuvo un costo social que hay que achacar a Estados Unidos, responsable de una cantidad de horrores en una operación de escarmiento, en la que desaparecieron miles de personas, en el cono sur. Pese a la cicatriz, no todo ha sido estéril; el parto histórico es un parto muy lento, y aún hay esperanzas de llegar a un tiempo nuevo.

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