Las cifras llegan sin poder esconder que, en el fondo, lo que es casi un milagro en un marco de extrema fragilidad para el mundo de la cultura es el hecho de poder mantener una programación variada, numerosa y de calidad más o menos intacta. Los organizadores insisten en el balance que su actitud es optimista, pero no triunfalista; cuesta mucho esfuerzo mantener el listón en un marco de recortes presupuestarios y de una bajada de público especialmente notoria durante la temporada estable. Ese mismo público que mantiene su fidelidad al festival es el que ha contribuido una vez más a crear una atmósfera casi mágica, de la que de nuevo se han sabido contagiar los músicos, en muchos de los conciertos. La sintonía ha sido obvia en conciertos esplendorosos como los del pianista Benny Green, o en el encuentro de Gypsy Swing Summit, o en la memorable visita de Michel Portal Trio. También ha sido notable la buena acogida al aterrizaje de primeros espadas del jazz nacional tales como Antonio Serrano, Esmuc jazz Project o Baldo Martínez, este último con una propuesta para nada sencilla que sirvió para dirigir de nuevo las miras hacia el jazz de vanguardia.
Lo cierto es que si algo ha habido en la programación de este año ha sido variedad, al margen de calidad; han estado representadas estéticas y tendencias por doquier, se han reivindicado los nombres de antaño y los más actuales, y sobre todo se ha mantenido una de las máximas más frecuentes en todas las ediciones del festival: nunca dejarse guiar por los cantos de sirena de la música comercial, alejándose de los dictados del jazz más purista. En eso lo han tenido claro los organizadores especialmente a la hora de invitar a artistas como Joe Lovano -quizá el más representativo a la hora de explicar el tipo de jazz que más conmueve a los organizadores del festival- o Tom Harrell.
En menor medida, esa variedad se ha mantenido en la calle y en las actividades complementarias, con propuestas variadas capaces de atraer a un público numeroso. Vale la pena remarcar que no sólo se hayan mantenido los espacios ya consolidados, sino que hayan sumado nuevos éxitos con espacios recién incorporados, como el escenario de Viladecavalls.