El Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa (CDMT) ha puesto en marcha el programa "Sàvi (e)s del tèxtil", que tiene como objetivo transmitir aspectos de la historia de la ciudad del textil a las generaciones jóvenes a través de la narración de personas que vivieron su infancia y su juventud en aquella época.
Para ello, el CDMT cuenta con un grupo de voluntarios terrassenses que guardan vinculación con el textil en diversos ámbitos. Conxa Bayó, Pilar Frisach y Ramon Guinjoan, forman parte de este colectivo de personas que acuden a los centros educativos o al museo para contar sus vivencias. Los tres protagonizaron una de las sesiones con alumnos del programa de formación e inserción laboral del Institut Terrassa y en la que estuvo este diario.
Ramon Guijoan, ingeniero textil, recordó como eran las fábricas y su actividad. Acompañado de imágenes en blanco y negro del Vapor Catex, en La Rasa, (donde ahora hay la Sala Muncunill y el Institut del Teatre), se pudo conocer de cerca el interior de una fábrica textil, tomar nota del ritmo de los telares y de las personas que trabajan en ellas, algunas de las cuales cuando finalizaban su jornada, que se iniciaba antes de las 5 de la mañana, acudían a la Escola Industrial para hacer maestría y peritaje. Guijoan, que trabajó en Sala y Badrinas, también habló de las colonias industriales, donde junto a la fábrica había servicios básicos para abastecer y atender a los obreros y a sus familias.
Pilar Frisach, hija y nieta de empleados del textil, evocó su infancia en la "La ciutat del fum", como tituló su libro el escritor y periodista Vicenç Villatoro . Pilar, que mostró fotografías personales contó que en su época ya existía la figura del "canguro" (nombre popular con el se conoce a la persona que cuida de los pequeños) pero que este trabajo lo realizaba algún familiar o vecino o conocido de confianza sin remuneración. "No había guarderías por lo que las familias trabajadoras solían tener a alguién próximo para ‘aguantar’ las criaturas".
Coser y bordar
También explicó que era muy habitual aprender a coser y bordar de muy jovencita y hacerse la ropa con la ayuda de modistas, y que sólo se estrenaba vestido nuevo en fechas señaladas como el día de Ramos para bendecir la palma, la verbena de Sant Joan y en la Festa Major de Terrasssa. Hizo un recorrido también por la moda de antaño con los vestidos de la década de los 50 y 60, de los trajes de comunión, de los uniformes escolares ( en su escuela, "les monges de Sant Pere" , Col·legi Santa Teresa de Jesús y en el Alberg Infantil de Caixa Terrassa, hoy Euncet Business School) de las prendas de baño, así como de los concursos de vestido de papel.
Conxa Bayó, ingeniera textil y quien fue conservadora en el Museu de la Ciència i la Tècnica de Catalunya (mNACTEC), rememoró también que en su etapa realizar estos estudios era "rara avis" en cuanto que había muchas pocas mujeres. Evocó también las grandes fábricas, las naves de grandes ventanales pero con poca luz. "Se colocaban cristales opacos para no perjudicar el hilo y el tejido que eran muy sensibles a la luz y podían dañar el producto y el color". Conxa consideró que la etapa del textil tuvo momentos muy álgidos, generó gran riqueza pero que los obreros trabajaban y vivían en condiciones muy duras. Aquí Ramon recordó que en su época la ‘setmanada’ era entonces de 62 pesetas, cincuenta céntimos de euros actuales. Pilar agregó que "era un abuso". Para los tres, "la vida de ahora nada tiene que ver con la que os contamos pero es importante conocer la historia de nuestra ciudad para valorar lo que tenemos".