El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, admitió el jueves durante el pleno que se equivocó en el diseño del primer gobierno municipal, el que elaboró en julio de 2015 y que modificó hace apenas unas semanas, al poner "al frente de áreas importantes a personas sin experiencia política". La revelación causó cierta sorpresa, quizás por lo inusual que sigue siendo que los políticos admitan y asuman sus errores. Errores que fueron corroborados por el otro socio del gobierno local, el líder del PDeCAT, Miquel Sàmper.
Los grupos de la oposición aprovecharon la aprobación de unos cambios en las comisiones informativas derivadas de los ajustes realizados por Ballart el pasado 7 de marzo para pedir explicaciones sobre los motivos de esta crisis de gobierno. TeC y ERC volvieron a reprochar que los cambios efectuados evidencian "el fracaso" de la candidatura confeccionada por el PSC en las pasadas municipales, pensada "en clave electoral, pero no para gobernar". Las caras nuevas de esa lista, comentó Xavier Matilla, de TeC, "cada vez las vemos más lejos" del alcalde.
En la mente de todos, aunque nadie la nombró, estaba Rosa Maria Ribera, la número dos de la lista electoral y quien hasta este mes ha ocupado la primera tenencia de alcaldía en el área de Servicios a las Personas. Con los recientes cambios, Ribera ha dejado la coordinación del área y ha pasado a encargarse de Educación y de la nueva concejalía de Presidencia. Es la única teniente de alcalde que ha dejado de serlo.
El relevo más sonado
Sin citarla expresamente y rechazando que los ajustes hayan supuesto un castigo o degradación para nadie, Ballart admitió que se equivocó en la designación de Ribera como responsable del vasto departamento de Servicios a las Personas. "Todos nos equivocamos. Yo probablemente también me equivoqué en el cartapacio e hice algunas cosas que no debería haber hecho. Algunas personas sin experiencia política se situaron en áreas para las que probablemente no tenían los perfiles adecuados. Todos somos humanos y podemos rectificar", admitió Ballart. El edil acabó pidiendo respeto para todos los ediles de su gobierno y negando que los ajustes supongan el regreso de la "vieja guardia" del PSC, como la oposición ha remarcado.
Isaac Albert, de ERC, agradeció la franqueza de Ballart. La asunción de errores, dijo, "es bueno para la ciudad, pero no para la gestión política ni para el futuro". No es suficiente con decir "somos nuevos en política". Eso les "humaniza", afirmó, pero los ciudadanos esperan de los políticos que "vengan aquí aprendidos".
El primer edil defendió que las modificaciones servirán para "perfeccionar y reforzar algunas políticas", como Vivienda o la futura gestión pública del agua.
Uno de los ajustes que más malestar ha causado ha sido el cambio de ubicación de la concejalía de Educación, que ha pasado a depender del área de Cultura e Innovación. Para Albert, de ERC, esto no obedece a una decisión política, sino "personal", para "no incomodar a la persona que ocupaba la tenencia de alcaldía (Ribera)". Albert reprochó a Ballart que "ha perdido la oportunidad" de hacer depender este servicio directamente de alcaldía y "visibilizar así que la Educación es uno de los ámbitos más importantes en esta ciudad, junto al agua, pero no sólo vivimos del agua", sentenció el republicano.
El primer edil defendió que tiene "lógica" el traslado de Educación al área donde también está Universidad y Cultura ya que de esta forma "todo el ciclo educativo" depende de un único departamento.
El líder del PDeCAT, Miquel Sàmper, socio de gobierno junto al PSC, admitió también fallos en la confección inicial del cartapacio: "Hubo errores. Los asumo y pido disculpas. Probablemente nos equivocamos. Somos un equipo de doce concejales donde la mayoría no teníamos experiencia política".
El portavoz de C’s, Javier González, coincidió con el alcalde en que la distribución de responsabilidades no es lo más importante, sino que lo que realmente importa es el proyecto y las prioridades políticas, pero criticó que "no hay proyecto ni objetivos de ciudad".