Terrassa

Condena a prisión por conducir ebrio y a 110 por la calle Ample

Tres veces le insistieron los policías para que se sometiese a las pruebas de alcoholemia, pues los signos de embriaguez semejaban claros, y tres veces se negó, como se negó a mostrar su documentación y a bajar del vehículo. Antes había escapado dos veces de los agentes, y circulado a más de 110 kilómetros por hora por calles como la Ample. El conductor ha sido condenado a una multa de 2.160 euros y a veinte meses de prisión. Y a tener retirado el carné un mínimo de dos años.

25 de febrero del 2015, 5.30 de la madrugada. Un Chevrolet Nubira transita por la Rambla de Francesc Macià, en Sant Pere Nord. Agentes de la Policía Municipal patrullan la zona y observan el automóvil en circular errático. La dotación policial se aproxima al vehículo y activa sirena y luminosos. El coche emprende la huida.

Lo ven por la calle del Historiador Cardús a toda pastilla. Gira por la calle de Pompeu Fabra en sentido contrario al de la circulación y se va hacia Roca i Roca, también en dirección prohibida. En Provença, en el cruce con Bartrina, se salta un semáforo.

El automóvil se detiene en la calle Ample. Ahora parece que sí, que ya ha entrado en vereda. Los guardias bajan del vehículo policial y se dirigen al sospechoso, pero no cuentan con que el tipo no se ha rendido. Ni mucho menos. El Nubira arranca con brusquedad y emprende la huida de nuevo. Es la segunda escapada en unos pocos minutos. Corre, corre, y llega a más de 110 kilómetros por hora por la calle Ample, según dejan claro dos sentencias.

No respeta un ceda, sigue, porfía en la fuga, pero de pronto tiene que pararse. Un taxi le cierra el paso en la calle de Manresa, cerca de la esquina con la de Tarragona. Y allí sí, allí los agentes lo cazan.

No se baja del coche, no quiere, no entrega el permiso de conducir ni los papeles del coche. No quiere. Se niega en varias ocasiones. Y acaba detenido.

Aliento a alcohol, ojos rojos y brillantes, comportamiento agresivo, insultante, irrespetuoso y exaltado, habla incoherente repetitiva, movimientos sin coordinación. Todas estas características mostraba el sujeto, según la sentencia del juzgado de lo penal número 3 de Terrassa que lo condenó y que resaltó, también, su negativa a soplar.

Ocho meses
Esa resolución impuso al conductor una pena de nueve meses de multa (con cuota diaria de ocho euros) por un delito de conducción bajo los efectos del alcohol, una pena de ocho meses de prisión por conducción temeraria, ocho meses de prisión más por la negativa a los tests de alcoholemia y cuatro meses más por un delito de desobediencia grave. Y a quedarse sin carné durante un tiempo, y a pagar las costas del juicio.

El acusado recurrió la sentencia ante la Audiencia Provincial, pero su intento ha caído en saco roto: nada. Él dijo que no rechazó hacer la prueba, sino que no entendió la información que le transmitía la policía y, por ende, no comprendió las consecuencias penales. Llegó a alegar que no entendía el catalán, pero nada había dicho sobre la lengua en su primera declaración judicial. En la Jefatura de policía no quiso declarar.

Los agentes testificaron que el sospechoso estuvo en todo momento informado de las garantías de la medición y de las repercusiones de rechazarla. Para la Audiencia Provincial, la conducta del encausado se encaminó al incumplimiento. Se negó "tajante y reiteradamente a la utilización del aparato etilómetro". No hay duda, afirma la sentencia de segunda instancia. Ah, y la información le fue transmitida en castellano.

Respecto a la temeridad en la circulación, el tribunal deja claro que el conductor generó un "peligro efectivo" para el resto de usuarios de la vía.

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