Terrassa

Polémica por el fallecimiento de un excursionista en la Mola

Óscar, terrassense de 41 años, falleció el 19 de marzo, domingo, en la Mola, la cima de la montaña de Sant Llorenç. Sufrió un paro cardíaco. Varias personas, entre ellas sanitarios libres de servicio, excursionistas como él, se turnaron para efectuar maniobras de reanimación, pero de nada sirvieron esas acciones. La familia de la víctima ha denunciado la carencia de material clínico, como desfibriladores, en una zona tan transitada y la Diputació, que gestiona el Parc Natural, afirma que está estudiando la implantación de esos aparatos.

La víctima no padeció convulsiones, como se dijo en un primer momento. Óscar cayó como fulminado. Un camarero del restaurante de la Mola, con formación de socorrista, acudió en su ayuda, como hicieron otras personas que pasaban el domingo en la montaña. Una enfermera, por ejemplo, y luego un médico. No se sabe si la activación de un desfibrilador hubiese salvado la vida al excursionista, pero María José, su hermana, no concibe que en aquel punto no exista un aparato de esas características, que aplica descargas eléctricas para restablecer el ritmo cardíaco normal.

“No hay ni un botiquín”, destaca María José, dispuesta a poner en marcha una campaña para mejorar la seguridad en la cumbre de Sant Llorenç en cuanto a medidas preventivas. La Diputació de Barcelona, organismo que gestiona el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, afirma que estudia la instalación de desfibriladores “en los equipamientos públicos” de los parques de su competencia. Y asegura que se plantea también la incorporación de esas máquinas en los vehículos de los guardas forestales. El organismo provincial asume la importancia de disponer de esos aparatos “teniendo en cuenta el elevado número de visitantes” que frecuentan tanto la montaña de Sant Llorenç como otros parajes de la red de parques naturales. La distribución de desfibriladores, sin embargo, no tiene plazo. “Esperamos que sea lo antes posible”, declaró ayer un portavoz de la Diputació de Barcelona. Se calcula que unas 140.000 personas suben a la Mola cada año.

La tardanza del helicóptero
Otra de las quejas de familiares que estaban junto al fallecido en los fatídicos momentos aluden a la tardanza del helicóptero que el SEM desplazó a la montaña. “No fueron pocos minutos, como se publicó, sino muchos minutos. Más de veinticinco. Tuvimos que hacer cinco llamadas desesperadas”, recuerda María José, la hermana. El SEM asegura que la primera llamada se registró a las 3.02 de la tarde y que el helicóptero arribó a la zona a las 3.23. Tardó unos veinte minutos, “un tiempo más que razonable según los estándares”, señaló ayer una portavoz del servicio sanitario. Y añadió que la parada cardíaca de la víctima fue fulminante, pues desde el primer momento los excursionistas, a la vez que sanitarios de profesión, que auxiliaron al hombre le practicaron maniobras que resultaron infructuosas.

Los allegados de Óscar agradecen la ayuda prestada por personas a las que no conocían: unos asistieron a la víctima, otros dejaron teléfonos móviles, otros acompañaron a los familiares en el descenso penoso tras saber que el excursionista había fallecido. Un helicóptero de los Mossos d’Esquadra transportó el cuerpo sin vida.

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