Terrassa

Una túnica creada por Fortuny en Venecia y que fue de Proust

En estos tiempos nuestros de aceleraciones de todo tipo y modernidades líquidas, crece paradójicamente el interés por Marcel Proust, el gran escritor del tiempo y el recuerdo y sus sensaciones, especialmente en nuestro país, donde están publicándose dos traducciones al catalán de "À la recherche du temps perdu", se ha creado la Societat d’Amics de Marcel Proust, y se acaba de editar "Proust a Catalunya". Y el Centre de Documentació i Museu Tèxtil presentó, el jueves, una túnica que le perteneció, que por unas horas expuso en una de sus salas, para que su directora, Sílvia Carbonell, la explicara.

Claro que más que de Proust Carbonell habló del diseñador de esta pieza de indumentaria, Marià Fortuny i de Madrazo (Granada, 1871-Venecia, 1949), hijo del célebre pintor Marià Fortuny i Marsal (Reus, 1838-1874) y cuya madre, Cecília de Madrazo, se lo llevó, tras quedar huérfano de padre a los 3 años, primero a París, y luego a Venecia "que les encantó, por el ambiente decadente y de influencias orientales y bizantinas". Inmerso en un ambiente de alta cultura (de niño, iba con su madre a la ópera) pronto tuvo Fortuny i de Madrazo muchas inquietudes, y, gran polifacético, sería llamado "el último de los hombres renacentistas", por su interés en "querer trabajar todas las artes".

Técnicas secretas
A principios del siglo XX, en París conoció a la divorciada Henriette Negrín, que sería su pareja y con la que unos años después, en el palacio Pesaro degli Orfei de Venecia, abre un taller de indumentaria y tejidos, que llegará a tener cien trabajadores. Allí crea su pieza más célebre, la túnica Delphos, de influencia griega. En 1997, el Museu Tèxtil se convirtió en el primero del Estado en incorporar a sus fondos una túnica Delphos. La adquirió en una subasta en Londres, en la casa Sotheby’s. En un momento del acto, tras la charla en la biblioteca, Carbonell nos invitó a acompañarla al almacen que alberga más de cien mil piezas. Abrió un cajón, y ahí ante nuestros ojos apareció la mítica túnica Delphos, de color azul, con un plisado "que está exactamente igual que el primer día, y que no se puede repetir, porque no sabemos cómo Fortuny lo hacía".

En cuanto a la túnica que fue de Proust, en seda y estampada encima, con polvo de oro y plata, su diseño recuerda las coptas (lleva una mano de Fátima) y, como todas las piezas de Fortuny, es irreproducible. "Murió con los secretos. Él mismo compraba la seda, se hacía los moldes para estampar, los tintes".

Y, ¿cómo llegó a Proust? El escritor viajó a Venecia, sobre el año 1900, "y visitó a Fortuny, que era joven, y a su madre".El hermano de ésta, Raimundo de Madrazo, se casó con Maria Hahn, cuyo hermano, Reynaldo Hahn, músico, fue amante de Proust, "como mínimo dos años, y después mantuvieron una buena amistad. Cuando Proust estuvo en Venecia, quedó muy impresionado por lo que hacía Fortuny, y escribió a Maria Hahn para que le diera información sobre él". Tanta admiración le tenía que en "La Recherche" Fortuny "es la única persona que cita con su nombre real, y lohace entre dieciséis y veinte veces". No hay documentación sobre un posible contacto directo entre Proust y Fortuny, "pero aún hay archivos por investigar, y podrían encontrarse cartas". ¿Y cómo llegó esa túnica a Terrassa? "La compramos en el año 2003, a raíz de una llamada. Nos la vendió una persona que la recibió de Reynaldo Hahn, que explicaba que había sido de Marcel Proust", y Carbonell, con una sonrisa enigmática y proustiana, no quiso añadir más detalles.

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