Una ermita modernista preside la colina de Can Boada de Terrassa. El edificio religioso, de pequeñas dimensiones -una perla de la época en su tipología- fue diseñada por el arquitecto Josep Maria Coll i Bacardí de quien ayer, 24 de marzo de 2017, se cumplió un siglo de su fallecimiento. La iglesia del Sagrat Cor de Jesús data de 1910. Fue su primera obra antes de que ejerciera como arquitecto municipal y estableciera su residencia en la ciudad, en la bella casa señorial de la avenida de Jacquard (Casa Baumann), que el mismo diseñó y promovió, y que hoy acoge los servicios municipales de Juventud.
Coll i Bacardí da nombre a otros edificios modernistas como el Parc de Desinfecció (laboratorio municipal), parvulario y casa Doña Magdalena (antigua Oficina Municipal de Escolarización), almacén Vapor Marcet y Poal (servicio municipal de Educación), Casa del Bunyolero (la fachada), grupo Escolar Torrella y Centre Mèdic, los dos últimos desaparecidos en tiempos del franquismo. Asimismo fue el precursor en concebir la transformación del torrente de Vallparadís en un gran parque central urbano.
La propuesta urbanística, titulada "Ciutat-Jardí", no se llevó a cabo por estimarse muy ambiciosa pero reunía en esencia el proyecto marco que llevaría a cabo el arquitecto Manuel Ribas i Piera por encargo del Ayuntamiento, presidido por el alcalde Manuel Royes y que su gobierno emprendió para ser una realidad.
Nacido en Barcelona en 1878, Josep Maria Coll i Bacardí obtuvo la plaza de arquitecto municipal en noviembre de 1911, con una retribución de tres mil pesetas, y durante un tiempo simultaneó el mismo trabajo en el Ayuntamiento de Torelló. Tomó posesión del cargo el 1 de enero de 1912 y se trasladó de Barcelona a Terrassa junto a su familia, esposa y seis hijos. Primero residieron en la calle de Sant Quirze y después en su casa particular de la avenida de Jacquard. El legado que dejó el arquitecto se realizó en el periodo comprendido entre 1912 y 1917. Su actividad profesional fue, lamentablemente, breve en el tiempo debido a que falleció muy joven, a la edad de 38 años, por una afección pulmonar. Este hecho comportó que la familia pusiera en venta la casa señorial que levantó en la avenida de Jacquard.
Primeras obras
Coll i Bacardí llega a una Terrassa gobernada por el alcalde Josep Ullés con 23 mil habitantes que vive uno de los momentos de mayor efervescencia de la industrial textil y desarrollo urbanístico. El arquitecto, comprometido fuertemente con el bienestar social y sanitario, se implica en seguida con los proyectos aprobados desde el Ayuntamiento para cubrir las necesidades más prioritarias de sus conciudadanos y mejorar su calidad de vida.
Las primeras obras que le encargan son educativas y sanitarias: el parvulario de Doña Magdalena en la calle de Sant Isidre, el grupo Escolar Torrella en el Portal de Sant Roc (inaugurado en 1916 y derribado tras la riada), el Parc de Desinfecció en La Maurina y el Centre Mèdic en la calle de Sant Quirze (abierto en 1916 y desaparecido hacia 1950 para dar paso a los juzgados). En paralelo elabora otros proyectos menos visibles pero claves para el crecimiento de la ciudad como redes de alumbrado (diseñó unas farolas modernistas para el Raval) y alcantarillado (ocupó la dirección facultativa de la Societat Mina Pública d’ Aigües de Terrassa), la transformación del torrente de Vallparadís en parque (ver artículo anexo) y participó activamente en las comisiones de trabajo para construir casas baratas para los obreros y en la protección del patrimonio histórico y artístico.
Coll i Bacardí trabajó estrechamente con la Junta de Museos. No fue baladí. Fue una persona inquieta culturalmente. Formó parte del Gremi d’ Artistes de Terrassa (único arquitecto en su momento en la asociación) y corresponsal de la Associació d’Arquitectes de Catalunya. Simultáneamente, hizo alguna que otra incursión en obra privada como la ermita de Can Boada promovida por los industriales Marcet y Poal, que después le encargaron el almacén del Vapor Marcet y Poal en La Rasa. También efectuó la reforma de la fachada de la Casa del Bunyolero en el Portal de Sant Roc. La obra que proyectó Coll i Bacardí, pese a verse truncada por su muerte prematura, es diversa y funcional en la medida que hay edificios de distinta tipología: una ermita, un parque de desinfección, escuelas, una casa residencial, una vivienda plurifamiliar y un almacén industrial. El director del Museu de Terrassa, Domènec Ferran, remarca del conjunto que "se caracteriza por aplicar la arquitectura del periodo modernista tardío, con un espíritu decorativista, influenciado por las corrientes ‘Secesionistas’ europeas de Viena".
Agrega que "este estilo destaca sobre todo en las fachadas de sus edificios, de las artes aplicadas modernistas, esencialmente el "trecandís" y la cerámica, un hecho que da un cromatismo estéticamente muy vistoso. De ello son un ejemplo el Parc de Desinfecció, la Casa Coll i Bacardí (Casa Baumann) y la fachada de la Casa del Bunyolero".
Para Domènec, el legado arquitectónico que dejó representa "una corriente inusual que contrasta con la austeridad decorativa que practicaba el arquitecto Lluís Muncunill en el mismo momento y que nos brinda la oportunidad de tener en nuestra ciudad más diversidad de estilos dentro del mismo modernismo catalán". El director del Museu de Terrassa echa en falta también que Coll i Bacardí haya sido uno de los arquitectos modernistas de Terrassa poco estudiado y lo atribuye a dos factores. "Por un lado porque los arquitectos de este periodo han quedado eclipsados por el interés que ha generado el arquitecto más prolífico del modernismo terrassense que es Lluís Muncunill y de otro porque falleció muy joven y, por tanto, su obra quedó reducida en el tiempo".