Vecinos de la calle de Sant Joan, en el Centre, están hartos de la sucesión de fuegos en los contenedores ubicados junto a la esquina con la calle de la Societat.
Las sospechas quedaron confirmadas en un santiamén. "Ayer (hace un par de semanas) regresaba a casa y vi un coche de los mossos a unos metros. Pensé: otra vez". Y Ana Andreu no se equivocaba en sus barruntos: sí, otra vez. Otro fuego. Más contenedores de basuras incendiados en la calle de Sant Joan, en el Centre. Van unos cuantos, entre fuegos consumados, con recipientes consumidos, e intentos que sólo malograron el contenido de las unidades.
La acera es estrecha en la calle de Sant Joan. En el lado Sur, donde están ubicados los contenedores que son pasto de las llamas cada dos por tres, un recipiente de recogida de cartón tiene la tapa abierta y el tránsito peatonal se convierte en tarea ímproba. Un carrito de niño o una silla de ruedas no pueden pasar por la angostura del tramo. Un somier, barricada de incivismo, impide por completo el paso.
La acumulación de residuos fuera de los recipientes es recurrente en ese punto y en otros muchos de Terrassa, sobre todo en los aledaños de las unidades de aportación de basuras. Lo que pasa en la calle de Sant Joan, a pocos metros del cruce con la de la Societat, es que lo recurrente no es es sólo el abandono de enseres, sino la sucesión de incendios, de plástico llameante, de humaredas que se introducen en las viviendas, de daños. De sobresaltos continuados.
Cristales, persianas
Un año atrás, cuenta Ana Andreu, vecina de la calle, las lenguas de llamas llegaron a una farola próxima y la dañaron. Y el calor extremo desprendido lamió cristales en los edificios de viviendas situados justo enfrente. Se agrietaron vidrios y se abombaron persianas. "Dormía y oí el ruido, unos crujidos tremendos. Había una humareda de cuidado", cuenta la vecina.
Los residentes en la zona han colaborado a veces en la extinción usando sus propias mangueras domésticas para atemperar los fuegos antes de la llegada de los bomberos, que tanto se conocen la calle de Sant Joan. Agua vecinal para salvar el mobiliario urbano y la hacienda propia.
Aunque recipientes nuevos hayan sustituido a los derretidos, los vestigios de la oleada de incendios son evidentes en la calzada. Basta mirar al suelo para verla ennegrecida por la retahíla de fuegos, lacerada por el goteo de zarpazos en forma de quemas. "El plástico fundido se escurría y llegó hasta las alcantarillas en la esquina con la calle de la Societat", recuerda una vecina. Y qué decir de las fumaradas amenazando ventanas.
Un día, rememora Andreu, "no quedó ni uno solo de los cinco contenedores". Cinco: uno de basura orgánica, uno de resto, un tercero de plásticos, un cuarto azul (de papel y cartón) y un quinto de vidrios.
"La persiana se nos quemó", cuenta Anton Canyameres, joven vecino de la calle de Sant Joan que ha sufrido con rigor los embates del fuego en los recipientes a los que alguien ha tomado singular ojeriza. ¿Por qué esos contenedores y no otros? Anton Canyameres cree que una razón puede estribar en el carácter de punto de paso que constituye la calle de Sant Joan hacia el Parc de Vallparadís, tramo escogido por muchos individuos durante las madrugadas de los fines de semana. La hipótesis es muy fiable, pero enfocada a los fuegos ocurridos durante la franja horaria nocturna. Lo que pasa es que los contenedores situados frente al número 39 de la calle de Sant Joan han sido devorados también, varias veces, al mediodía, o por la tarde, o por la mañana. A cualquier hora.
Treinta en diez años
"En el otro tramo de Sant Joan, junto a la calle del Mas Adei, también se han dado incendios. Una vez ardieron los cinco contenedores", denuncia Juan Ortega, otro vecino. Pero el área más castigada es la próxima a la esquina de Sant Joan con Societat. "Las últimas veces han sido incendiados los recipientes de cartón", apunta Anton Canyameres.
Ni él ni el resto de vecinos llevan cuentas pormenorizadas de los fuegos declarados en la zona. Son innúmeros, pero sí se puede medir el hartazgo de los pobladores. En los dos últimos meses, un par de incendios han quemado contenedores en ese punto. "En diez años ha habido unos treinta", subraya Anton, "y hace dos años, en verano, se produjo una quema al mes".
"Escribí al Ayuntamiento para que cambiasen las unidades de sitio, pero me lo denegaron. Me dijeron que eran los contenedores apropiados para esta calle", concluye Ana Andreu.
La cifra de incendios
176. Los bomberos trabajaron el año pasado en 176 incendios de contenedores en el término de Terrassa