Unas molestias por el alto volumen de la música en una fiesta concluyeron el martes con la detención del causante. No lo arrestaron por los ruidos, sino porque lo buscaba la Justicia, y una intervención policial que parecía rutinaria, meramente administrativa, acabó por lo penal y con el implicado recluido en los calabozos.
Los hechos tuvieron lugar a la una de la madrugada en la calle de Vilanova i la Geltrú, en el barrio del Pla del Bon Aire. La Policía Municipal recibió llamadas de personas que se quejaban de los ruidos procedentes de una vivienda.
Una dotación policial se desplazó al bloque de pisos indicado y los agentes supieron de la fiesta, de la música a todo trapo, y hablaron con el responsable. Éste se avino a bajar el volumen del aparato y resolver así el problema. Pero debía ser identificado.
Cuando los guardias filtraron sus datos de filiación con la sala de comunicaciones de la policía local, conocieron que sobre ese individuo pesaba una orden de busca y captura dictada por un juzgado de Jerez de la Frontera. El sujeto fue detenido y trasladado a la Jefatura para la instrucción de diligencias.
Tasa máxima triplicada
Una infracción, en este caso de tráfico, terminó con la apertura de diligencias penales a un individuo el miércoles por la noche. A eso de las 9.30, agentes de la Policía Municipal vieron un coche saltarse un ceda el paso en la calle del Pintor Fortuny, en La Cogullada, y lo pararon. Al observar en él signos de ebriedad, le conminaron a realizar las pruebas de alcoholemia.
Los resultados triplicaron la tasa máxima de alcohol permitida en la conducción de vehículos, lo que acarreó una imputación por un delito contra la seguridad vial. Además, el automóvil había sido dado de baja en Tráfico.