Ya es una tradición que cada año por estas fechas la temporada de circo anual se despida con el "Circ de l’Any", una producción propia, exclusiva, que de algún modo resume características y tendencias de lo que han sido los espectáculos presentados a lo largo del año en el Centre Cultural o bien de la mano de Tub d’Assaig en Festa Major o en el Festival de Circ.
Es el día en que se gira el escenario y el auditorio Josep Vallhonrat emula la forma de un circo, y suele llenarse de un público familiar, adultos y niños atrapados por la magia de un arte lleno de posibilidades, disciplinas y lenguajes.
En el "Circ de l’Any" de este 2017 que acabamos de estrenar se ha apostado, por un lado, por una plasmación poética del lenguaje circense, y por otro, por fusionar de algún modo los espectáculos de artistas de diversas procedencias.
Un personaje más
Clara Poch, Marçal Calvet y Mau Boada, de Mumusic Circus, se ocuparon de la música en un espectáculo muy musical, desde una concepción básicamente experimental aunque sin descuidar la belleza de las melodías ni las canciones. En buena parte se inspiraron en el espectáculo "Amigoo", con el contrabajo como un personaje más, la danza y las acrobacias como elementos de fácil convivencia y los loops y onomatopeyas (ejecutadas con arte por la bella voz de Clara Poch) vistiendo los números. El carácter como multiinstrumentistas de Calvet y Boada (este último con una carrera brillante como músico de Pau Riba o responsable de Esperit!) dio mucho juego a la hora de ejecutar la banda sonora, con la batería, el violín, la guitarra o el contrabajo sonando en directo o como mucho con su sonido suspendido en los bucles de los loops.
Joachim Ciocca (actualmente en Les 7 Doigts de la Main), con apariciones algo más ocasionales, introdujo por su parte nuevos elementos de danza, mostró su destreza con el monociclo y dejó boquiabierto al respetable con el riesgo y plasticidad de su número de cuerda aérea.
A todos ellos se sumó la pareja que conforman Marc Muñoz y Núria Puig, a quienes ya hemos visto en 2016 en otros montajes de Tub d’Assaig, unos expertos en báscula que se manejan a la perfección cuando están juntos.
El elenco, un tanto dispar, se integró no obstante con facilidad a una puesta en escena que, sin ser frenética, se desarrolló con el suficiente ritmo y sin dejar espacio para el tedio. Todo ello con la complicidad incondicional de un público que se dejó llevar y contribuyó con su participación e interacción a subrayar las partes más humorísticas de un espectáculo cautivador.