Hijo de una familia cristiana de Terrassa, la religión ha formado siempre parte de la vida de Jacint Carbonell. Este egarense de 71 años ha vivido en distintas comunidades monásticas a lo largo de su vida. Ahora, a partir de las charlas que hacían cada cuarto domingo de mes en el Mas Blanc de Osona, ha escrito el libro "Veure-hi des del cor", publicado por la Fundació Torre del Palau.
¿El encuentro con el Pare Estanislau Maria Llopart, ermitaño de Montserrat, en 1966 le comportó un giro espiritual?
Para mi, aquel encuentro fue como encontrar a Cristo en vivo, en una persona. En aquel momento, me salió del corazón decir: "Esto es lo que he esperado toda la vida sin saberlo". Hubo un paso adelante en la búsqueda de un Dios vivo, no religioso sino vivo, personal. Aquello se convirtió en un deseo creciente.
¿Por qué considera que el Pare Estanislau Maria Llopart era Cristo en vivo?
Es difícil de explicar. Son cosas que pasan en el fondo del corazón. Es como cuando te enamoras, que no puedes explicar porque aquella persona transforma tu vida.
¿Aquel encuentro le llevó a unirse a los Germanets de Jesús de Pare Foucauld?
Me uní cuando tenía 21 años. Para mi era dar respuesta a esta búsqueda que había empezado con el encuentro en Montserrat. Los Germanets era una forma de vida que creía que se adecuaba a mi forma de ser. Era una congregación religiosa pero laica. Trabajábamos y al mismo tiempo éramos contemplativos. Era una forma de no dejar el mundo real y al mismo tiempo llevar una vida contemplativa.
¿Ellos le enviaron a la villa miseria Villa Almafuerte de Buenos Aires?
Sí. Primero estuve por el sur de Francia pero el periodo más intenso lo pasé en Argentina, en lo que antes llamaban villa miseria. La vida de los Germanets consistía en hacer un poco como Jesús en Nazaret. No era ir a hacer otra cosa que trabajar y ser uno más del barrio. Las tres personas que fuimos allí inauguramos una nueva comunidad de los Germanets.
¿En qué condiciones vivía la gente?
Muchos de ellos no tenían trabajo, vivían amontonados en barracas hechas con latas, cartones… vivían como podían. Nosotros vivíamos, más o menos, como ellos.
¿Volvió por voluntad propia?
Sí, un poco también llevado por las circunstancias familiares. Además, estando allí dejé a los Germanets porque sentía un poco de contradicción; sentía más la tirada contemplativa. En aquel mundo de 12 horas de trabajo me perdía, llegaba a casa muy cansado y no tenía tiempo para nada más.
Una vez en Catalunya ¿fue a vivir a Montserrat?
Sí pero estuve poco tiempo. Después, pasé dos años en Susqueda con algunos compañeros de Montserrat. Fue una época de vida ermitaña.
¿Cómo vivían?
En unas casas que nos habían dejado y que estaban medio hundidad. Trabajábamos para ganarnos la vida. Yo, concretamente, hacía cestas decorativas que de vez en cuando bajaba a vender a las floristerías de Terrassa y Barcelona. Necesitaba muy poco para vivir. Con esto tenía suficiente para comprar comida. Además, aprovechábamos todas las bayas y frutas silvestres que encontrábamos por allí. Estábamos a dos horas de camino de Rupit, el pueblo más cercano.
¿Era feliz viviendo de aquel modo?
Sí pero hubo dos cosas que nos llevaron a irnos. Una fueron los periodistas, que nos hacían fotos desde lo lejos y publicaron algún reportaje un poco desagradable, sin decirnos nada. Por otro lado, uno de los compañeros sufrió una crisis esquizofrénica. Esto nos hizo replantear nuestra estada allí.
Y entonces, ¿se fue a Mas Blanc?
Sí. Estando en Susqueda nos vinieron a ofrecer la posibilidad de ir a Mas Blanc. Todo coincidió y nos fuimos allí, donde pasé 25 años.
¿Qué tipo de comunidad era?
Comenzó siendo una comunidad de ermitaños que nos encontrábamos para la plegaría. Ya era otra cosa. Pero de seguida vino gente que nos pidió vivir con nosotros y esto hizo que se organizara una pequeña comunidad. Curiosamente, nos planteamos también la posibilidad de que hubiera mujeres. Entonces, fue una comunidad mixta. Nos organizamos para que la gente pudiese trabajar para vivir. Teníamos un huerto comunitario, hacíamos cerámica, teníamos un taller de libros… Nos unía la búsqueda de Dios y la ora et labora que diría Sant Benet.
Estando allí ¿se fue a la India?
Sí, seis meses. Estuve tres meses en el ashram del Padre Bede Griffiths y tres meses viviendo como un sannyasi, como un monje que renuncia a todo, que no tiene casa, que no tiene nada, que vive de limosna y peregrinando.
¿Cuando dejó la vida monástica?
No he dejado nunca la vida monástica, he dejado las formas monásticas. Ahora soy un monje sin papeles. En la India aprendí que ser monje no significa tener unas formas concretas; el monje es un arquetipo que toda persona está llamada a vivir. El hábito no hace al monje.
¿Y qué es lo que caracteriza a un monje?
La búsqueda de lo esencial, del absoluto, de Dios o como queramos llamarlo. Además, no hace falta ser creyente para ser monje; los budistas no creen en Dios y algunos son monjes.
¿"Veure-hi des del cor", el libro que ha publicado recientemente, está escrito a partir de las charlas que se celebraban cada cuarto domingo de mes en el Mas Blanc?
Sí. Cada cuarto domingo nos encontrábamos para reflexionar a partir de los textos litúrgicos de la misa del día. Había gente que tomaba notas o que grababa. A alguien se le ocurrió pedir estas notas y grabaciones con la intención de publicarlo pero por aquel entonces no lo quise hacer. Me lo quedé y como ejercicio personal empecé a eliminar cosas y a hacerlo leíble. Mientras lo hacía perdí casi la mitad de la información pero no me importó mucho. Lo que quedó, quedó y es, más o menos, lo que se ha publicado ahora, después que Josep Maria Font me le propusiera.
¿A quién va dirigido este libro?
Las charlas iban dirigidas a un público básicamente cristiano pero muchos de los que venían al Mas Blanc habían dejado de practicar porque se sentían incómodos en la Iglesia actual. Allí reencontraban un ambiente más libre y abierto. Así pues, el libro va dirigido a cristianos que a lo mejor se sienten incómodos en una iglesia y que pueden reencontrar una cierta visión cristiana más abierta, más atractiva, con un evangelio más cercano.
¿Por qué algunos cristianos no se sienten cómodos en la Iglesia?
Porque como dijo Jesús, ha llegado el momento en el que la gente no adorará ni a Jerusalén ni al Gerizim porque Dios es espíritu y verdad y quien quiere adorar a Dios lo hará en espíritu y verdad.