Terrassa

“Soy objeto de una campaña de descrédito personal y político”

¿Como va todo?
(Sonríe y respira hondo) Bien. Pasamos por momentos complicados en los que se acumulan temas y conflictos, pero bien; esencialmente, resistiendo.

Hábleme de uno de ellos.
Hay uno capital que ya debe haber adivinado, el del agua; el procedimiento de cierre de la concesión a la actual suministradora, la liquidación. Estamos en un punto de inflexión para definir el modelo futuro de la gestión y eso genera una serie de derivadas.

¿Cómo opera su cambio de opinión en torno al modelo de gestión del agua?
Yo no hablaría de cambio. Si revisa su propio diario verá que yo defendía la municipalización o la gestión mediante una empresa mixta con mayoría pública. Después de conocer en profundidad cómo funciona el servicio, y casos en los que se han llevado a cabo procesos similares, como en París, he llegado a la conclusión de que la mejor manera de gestionar un bien como el agua es a través del propio Ayuntamiento.

¿Cuánto de convicción política y cuánto de estrategia hay en su posicionamiento?
Se ha dicho, efectivamente, que hay una estrategia política, de notoriedad, de que quiero ganar votos con el agua. Es absurdo, porque, entre otras cosas, no tengo nada claro si me presentaré a las próximas elecciones. Tengo convicción y le confesaré que un punto de rebeldía.

¿No tiene ninguna duda ni técnica ni económica?
Ninguna. Estamos elaborando un proyecto de servicio y en él vendrá determinado, por ejemplo, las inversiones que se deberán hacer, que es un tema por el que se ha mostrado lógica preocupación. Pero también cómo deberemos trabajar todo el ciclo integral del agua. La gestión directa nos permitirá conocer las necesidades del servicio de primera mano. Por otra parte, no perdamos de vista que los posibles beneficios que se puedan producir revertirán en el propio servicio. Eso nos puede dar incluso margen para bajar tarifas o afrontar retos como la mejora del sabor del agua.

Oiga, a eso sí que le prestará atención la ciudadanía.
Claro, es lógico. Los terrassenses no ven ningún problema en torno al suministro. Abrimos el grifo y sale agua; ese es nuestro único referente, pero hay algunas otras cosas que debemos tener en cuenta. El de la gestión es algo más abstracto, pero el del sabor sólo precisa de una inversión. Es cierto que el coste es muy elevado, pero se puede hacer. La voluntad es no ir hacia atrás.

¿Cabe la autocrítica en este proceso del agua?
No le diré que no. Creo honestamente que hubo cierta precipitación en el posicionamiento político. Visto lo visto, creo que yo mismo debí ser más cauto. Nos hubiésemos ahorrado presiones y amenazas. De todas maneras insisto en que creo que el mejor modelo es la gestión directa a través de la municipalización del servicio.

El agua ha propiciado un acercamiento de Terrassa en Comú.
Sí. Supongo que la percepción directa de las formas de actuar, del trato con las personas han contribuido a eliminar ciertos prejuicios y clichés que desde esa formación hacían inviable la colaboración que les ofrecí tras las elecciones.

¿Tiene trampa la oferta de pacto de TeC?
Con toda franqueza, creo que no. La entiendo como una propuesta sincera y honesta que trasladaré a los órganos de mi partido. De todas formas, le aseguro que no voy a romper el pacto con mi actual socio de gobierno. Sería una deslealtad impropia de mi y de mi partido. Sería yo muy mala persona.

¿Entonces, la respuesta a Terrassa en Comú es no?
La respuesta es que el gobierno de Terrassa está abierto a formaciones políticamente afines que quieran implicarse y comprometerse con nosotros en un momento excepcional de la historia de la ciudad.

Esa es una carta nueva sobre el tapete.
Sí, sin más. Yo abro la puerta no sólo al entendimiento puntual de cuestiones concretas, sino a que partidos ideológicamente próximos puedan dar un paso adelante, ser constructivos y se impliquen en la gobernanza democrática de la ciudad. Pero, insisto, quiero dejar muy claro que de ninguna manera romperé con el Partit Demòcrata un pacto que funciona con sintonía y con lealtad.

Habla de excepcionalidad, ¿cuánto de delicada es la situación?
Se está poniendo de manifiesto que la democracia es débil y algunos poderes económicos quieren influir y presionan para que las decisiones democráticas y políticas tengan una relación directa con sus intereses y no con el interés general de la ciudadanía.

¿Realmente se ha sentido usted amenazado?
Sí. Me he sentido amenazado y presionado. Se sorprendería usted cómo algunos pueden llegar a normalizar las presiones hasta el punto de querer compararlas con el hecho de que un ciudadano se exprese libremente en un pleno para reclamar que se construya una residencia o que se reduzcan unas listas de espera. No es lo mismo.

¿No cree que debería poner nombres encima de la mesa e iniciar un procedimiento judicial?
Verá, se trata de una cuestión sumamente delicada. He hecho lo que tenía que hacer, pero permítame que sea discreto con este asunto. Yo no grabo las conversaciones que mantengo en mi despacho y por lo tanto no puedo hablar de nombres. Lo que sí puedo y creo que debo decir es que hay determinados sectores económicos de la sociedad que quieren influir en decisiones políticas y democráticas. Les vale todo para conseguir sus objetivos y yo he dicho basta.

¿Quiere eso decir que ha presentado una denuncia formal?
Lamento no poder ser más explícito. Estoy asesorado por los servicios jurídicos y me han recomendado discreción. Quizás he vuelto a caer en lo que algún articulista de su diario ha dado en definir con acierto como sinceridad inconsciente.

¿Esas presiones le condicionan o generan un efecto radicalmente contrario?
Intento tomar distancia, aunque a veces es difícil porque las presiones son a la persona y sobre todo a la figura institucional de un alcalde que sólo persigue defender los intereses generales de la ciudadanía. En este asunto dispongo de un apoyo político amplio de veinte de los veintisiete concejales del pleno, que no comparten la estrategia, por ejemplo, de la actual concesionaria. Pese a gobernar en minoría y a la debilidad de la democracia a que me refería antes, me siento fuerte en ese sentido.

Es la segunda vez que se refiere usted a la debilidad de la democracia ¿Debemos estar preocupados?
Diría que razonablemente atentos. Yo he sido objeto de esas presiones, no me invento nada; pero no sólo por el asunto del agua, también con respecto a temas relacionados con la vivienda y con los expedientes sancionadores por los pisos vacíos. Se nos amenazó con llevarnos a todos a la fiscalía, incluso a los técnicos. Lo vemos en Terrassa y en todas partes; mire lo que ha pasado en el propio PSOE con Pedro Sánchez y la connivencia de ciertos sectores y personas del propio partido con importantes grupos de poder. Es muy grave.

¿Duele que a una patronal le hagan el caso que no le hacen a un Ayuntamiento?
Supongo que se refiere a que Cecot pidiese el aumento de velocidad en la B-40 a 120 por hora sin contar con el Ayuntamiento. Es democráticamente anómalo. Usted mismo lo preguntaba hace poco ¿Quién decide? ¿Quién manda? Debe mandar la democracia, las autoridades, los plenos, los políticos desde el respeto institucional. Vemos que hay quien utiliza sus propias vías e influye más de lo que querríamos. No puede ser que venga a este despacho una persona y me diga que no puedo seguir adelante con una decisión democrática porque de lo contrario no llegaré al final del mandato. Es intolerable.

¿Cómo le afecta a usted?
Es algo que me supera hasta el punto de que en alguna ocasión hasta he llegado a replantearme mi continuidad en la política. No sabes cómo reaccionar. No estás acostumbrado. Te sientes indefenso. Confío en reconducir esta situación desde unas decisiones que he tomado recientemente. Con esto entenderá que no haya decidido si me presentaré a la reelección.

Está siendo usted sujeto de informaciones muy críticas en diarios digitales, que incluso le sitúan en un plano de enfrentamiento interno dentro de su propio partido.
(Sale del despacho y vuelve con una carpeta en la que hay una serie de copias de recortes de artículos de los que es protagonista). Mire esto. Son informaciones, algunas injuriosas, que se están publicando poniendo en cuestión mi labor de gobierno e incluso entrando en insultos y en desagradables cuestiones personales. Hasta se me quiere enfrentar a Miquel Iceta.

¿De dónde parte eso y por qué? ¿Puede surgir desde dentro del propio PSC?
Hay sectores del PSC que han estado cerca de algunas multinacionales a las que no les interesa lo que está pasando en Terrassa. Esas informaciones aparecen orquestadas por esos sectores económicos y seguramente políticos al objeto de desacreditarme política y personalmente. Mi posición sólo pretende contribuir a regenerar y democratizar también mi partido. No puede ser que haya personas que por intereses concretos estén distorsionando el funcionamiento de los partidos y extorsionen a los cargos públicos.

Pero, insisto, también hay medios históricamente cercanos a su partido.
Yo me siento muy arropado en el PSC de Terrassa. Hay una persona con un interés concreto, pero en mi partido hay amplísima sintonía en torno a las decisiones de gobierno relacionadas con el tema del agua. Mire, yo intento ser coherente con lo que decide mi partido. El Pacto por el Agua de Catalunya dice en uno de sus puntos que hay que defender todos los procesos de municipalización del suministro.

¿Y todo esto sólo por el agua? ¿Percibe usted algo más?
Aunque no cuestiono que pueda haber otras cosas que desconozco, este es un tema lo suficientemente importante como para generar situaciones extremas. Hay muchos intereses.

Se me hace difícil desviar la entrevista a temas de política cotidiana, algunos tan prosaicos como el de la limpieza, tan sensible para usted.
No piense que cambiamos tanto de tema. El servicio de limpieza ha sufrido carencias como consecuencia de los recortes de años anteriores. Créame si le digo que alguien ha llegado a utilizar la limpieza de la ciudad como arma para presionar sobre el asunto del agua.

Oiga, esto del agua empieza a ser una pesadilla.
Le explico: se me ha llegado a decir que si el ejemplo de gestión pública en el que debe mirarse la futura gestión directa del agua es el de la limpieza, tendremos un problema muy grave. No quiero ver fantasmas, pero puedo decirle al respecto que se han visto furgonetas abandonando muebles y trastos en diversos lugares de la ciudad. Ya no sé que pensar. No me mire así; le aseguro que no estoy paranoico.

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