La semana pasada su entrevista era una cosa y hoy es otra.
Le entiendo. TeC ha pedido que mi partido salga del Gobierno para entrar ellos; es un tema del que hay que hablar. Claro que sí, hablemos de todo.
¿Cómo se le ha quedado el cuerpo?
De ninguna forma en especial. Sí que es verdad que se ha generado incertidumbre. Debo decirle que, internamente, en el gobierno no percibo ningún problema, pero sí es cierto que el asunto está abierto. La incertidumbre está fuera. Entiendo que la ciudadanía pueda preguntarse qué va a pasar ahora.
¿Se siente usted traicionado?
En absoluto. He estado en todo momento informado de las conversaciones entre TeC y el PSC y a mi el alcalde me dice que el pacto es firme y me garantiza la lealtad que ha distinguido a nuestro acuerdo del último año. No del “poliamor” del que su periódico hablaba hace unos días; la palabra de las personas debe bastar ¿Puedo decirle algo en confianza?
Por favor.
Me parece absurdo y de un gran cinismo que quienes defendían que la gran virtud del actual Ayuntamiento era la pluralidad, que la ciudad había apostado por el diálogo entre partidos y la posibilidad de que la oposición realmente decida, sean ahora los que consideran indispensable para la ciudad una mayoría de gobierno. Lo que hace unos meses era una necesidad, ahora se ha convertido en un problema ¿Eso es la nueva política?
¿Percibe usted que la lealtad local puede verse comprometida por la política supramunicipal?
Veamos, yo no voy a valorar declaraciones de líderes socialistas que hablan de que a nivel general un pacto de esas características sería positivo para el PSC, pero yo le diría que debemos dejar al margen de los intereses de los terrassenses, los intereses supramunicipales. Estamos haciendo política de proximidad, política terrassense y debo decir que nuestro pacto está siendo muy positivo. En todo caso, el alcalde es quien decide.
Es imposible deslindar la política municipal de la catalana. El de su partido es un ejemplo claro; se ha quedado usted con tres asientos en el pleno.
Sí, pero estamos gobernando. Es verdad que en 2015 mi partido atraviesa uno de sus peores momentos y es en el área metropolitana donde pagamos muy cara nuestra debilidad; no así en la Catalunya interior. En cualquier caso, creo que no sería justo que cuestiones externas a la propia acción de gobierno de la ciudad deban condicionar el futuro de una fuerza política. A Esquerra también le pasó.
¿Qué nos perderíamos?
Pues se han puesto en marcha una serie de proyectos que consideramos importantes, que hemos iniciado conjuntamente y que muy pronto empezarán a tomar forma y a dar sus frutos. Creo, además, que se puede ir todavía más allá.
En ese caso, debo decir que no parece que se les dé muy bien explicar su gestión de gobierno.
Quizás tenga usted razón. Estamos metidos en el día a día y seguramente no hemos pensado en que tan importante es gobernar como explicar lo que hacemos en nuestra acción de gobierno. La minoría obliga a un sobreesfuerzo en explicar y buscar lugares de encuentro con la oposición. También debo decirle que hay proyectos que son realmente importantes de los que no se puede hablar hasta que se definan, especialmente en mi área.
Usted es nuevo en política ¿Cómo lo está viviendo?
Es una aventura apasionante, pero a veces ingrata. Yo vengo del mundo del derecho, un ámbito en el que lo posicionamientos éticos tienen una presencia importantísima. Debo decir que estoy encontrando mucha hipocresía que en ocasiones se convierte en deslealtad. Pese a todo, me gustaría destacar la vocación de servicio de los políticos municipales, especialmente en Terrassa. Con respecto a la gestión, separaría por una parte la lentitud de la maquinaria de la administración y la extraordinaria valía de los técnicos municipales.
¿Qué ciudad se ha encontrado?
Pues una ciudad maltratada por la crisis económica que necesita salir de una realidad muy compleja; que debe sustituir el asistencialismo por el empoderamiento. Conseguir recursos para ello es la prioridad número uno del mandato. Por lo tanto, la promoción económica, que es precisamente mi área, es esencial para el futuro inmediato de la ciudad. Debo reconocer que más fácil diseñar una campaña electoral que un plan de mandato.
Su gran aportación hasta ahora es un diagnóstico sobre los sectores económicos de la ciudad.
Estoy especialmente satisfecho. Lo hemos presentado hace pocos días a los actores económicos de la ciudad. No lo plantee como algo menor; será una herramienta de un valor extraordinario para tomar decisiones que tendrán una aplicación práctica concreta. Pero no sólo se ha hecho ese estudio, estamos realizando gestiones de alto nivel muy interesantes. Los procesos son lentos, muy lentos, pero le aseguro que si se concretan, se reirá usted del tema del agua.
¿El agua es un tema menor?
No me malinterprete. Claro que es importante, pero reconozca conmigo que le interesa a muy poca gente. Si hiciésemos una encuesta sabríamos realmente la presencia que ese debate tiene en la calle. No le interesa a nadie o a muy pocos. Se trata de una cuestión muy ideológica y de alcance muy reducido. La Taula de l’Aigua tampoco la componen tantas personas.
¿Tomarán posición ustedes sobre el modelo de gestión?
Hasta ahora hemos ido de la mano con nuestros socios de gobierno. Acaba la concesión y el Ayuntamiento debe recuperar la gestión del agua para tomar una decisión sobre cómo prestar el servicio. Es cierto que hay cuatro partidos que abogan por una gestión directa y que nosotros no nos hemos posicionado al respecto, pero no lo hemos hecho porque no disponemos de la información necesaria.
¿Todavía no existe?
No se engañe; ni la tenemos nosotros ni la tiene nadie. Se está elabotando. Una cosa es la expresión de una voluntad y otra muy diferente tomar la decisión definitiva, que depende de muchos condicionantes.
¿Y ustedes qué opinan?
Aún a costa de transmitir una imagen de indefinición, necesitamos información. Mire, nosotros, inicialmente, estamos por un escenario público-privado, pero no abominamos de una gestión directa. Sería absurdo puesto que la empresa pública de agua que mejor funciona en Catalunya es la de Manresa, en un ayuntamiento convergente. Cada ciudad tiene una realidad y sobre ella hay que decidir.
¿Cuáles son sus lineas rojas?
El precio del recibo y la calidad del servicio ¿Le parece poco? Desde Esquerra se nos dice que el recibo no aumentará porque se compensará el posible encarecimiento con los beneficios que ahora obtiene la concesionaria y al mismo tiempo se nos advierte de que debemos estar preparados para asumir un incremento del precio del agua ¿Qué seriedad es esa? Hay que ser coherentes y nosotros, para serlo, necesitamos más información.
Oiga, ¿la AMI lo justifica todo?
Ni mucho menos. Era una condición indispensable para nuestro pacto: lo realmente importante eran los acuerdos programáticos. Pero en política ya sabe usted que gusta sacar las cosas de contexto y también de quicio.