El entrenamiento del liderazgo no es sólo para mandatarios políticos, deportistas afamados o influyentes empresarios de firmas conocidas. El liderazgo se ejerce también en áreas privadas y sin trascendencia pública, en la familia, en el trabajo, en el ámbito educativo. Del liderazgo y sus valores se habló largo y tendido el viernes y el sábado en la Església Evangèlica Unida, en el templo de la avenida de Béjar, durante la cumbre del congreso Global Leadership Summit (GLS). Se registraron más de 220 participantes.
La iniciativa se celebró en la iglesia evangélica por segundo año consecutivo y giró alrededor de la emisión de vídeos de las conferencias impartidas en agosto pasado en otra iglesia radicada a miles de kilómetros del templo egarense: la de Willow Creek, cerca de Chicago, en los Estados Unidos.
Allí, en Willow Creek, estuvieron Melinda Gates, esposa de Bill Gates y codirectora de la fundación que lleva su apellido; también Alan Mulally, presidente de Ford, y el escritor de grandes éxitos John C. Maxwell. Terrassa fue una de las setecientas ciudades de todo el mundo escogidas para seguir las charlas en diferido y ahondar en los asuntos tratados con material didáctico y con espacios para intercambiar impresiones.
Al evento en Terrassa asistieron más de 220 congresistas "para reflexionar y compartir principios que mejoren el liderazgo en todas las áreas de la vida", señalan los organizadores. Entre los participantes había empresarios, representantes políticos, estudiantes de teología, miembros de asociaciones y, por supuesto, integrantes de la comunidad evangélica. En representación del Ayuntamiento asistieron Maruja Rambla y Meritxell Lluís, ambas ediles del equipo de gobierno municipal, y Álex Rodríguez Ulloa, concejal del Partido Popular. No faltaron a la cita Mireia Solsona, alcaldesa de Matadepera, y Susanna Pellicer, teniente de alcalde de Sant Cugat del Vallès.
La iglesia, organizadora del acontecimiento a través de la fundación Goel, movilizó a 65 voluntarios. Algunos congresistas llegados de otras zonas de España se alojaron en domicilios de fieles de la Església Evangèlica Unida.