Usted ha vuelto a la primera linea de la política municipal de forma casual, sustituyendo a Gabriel Turmo por una cuestión de salud.
Sí, todo en mi relación con la política es un poco casual; desde mi vinculación al Partido Popular, mi ingreso en las Juventudes y la asunción de la presidencia, que me propusieron tras una conversación en una discoteca. También lo ha sido mi vuelta a la sala de plenos.
¿Y cómo se ve?
Las circunstancias no son las mismas que en el anterior mandato. Hemos pasado de cuatro concejales a uno, el trabajo es extraordinario y no estoy en exclusividad; creo que estamos en política provisionalmente y por ello no quiero dejar mi profesión de abogado. Por otra parte, sustituir a una persona de la altura política de Gabriel Turmo no es fácil. Con todo, la verdad es que me siento bien.
¿Es ingrato estar en la oposición en su situación?
No lo considero así; la situación del Partido Popular es la que es y en ese escenario debemos trabajar. Nosotros no contamos para crear mayorías y eso nos obliga a explicar mucho nuestras iniciativas. A pesar de todo, estamos consiguiendo que nos aprueben propuestas con el apoyo del resto de la oposición y eso me enorgullece. Estoy contento de la que se aprobó sobre las bibliotecas municipales y el debate que generó o la de los horarios de las piscinas, aunque luego el protagonismo fuese para la CUP.
No debe ser fácil ser del PP aquí.
No es fácil. Cualquier propuesta hay que explicarla mucho, porque siempre se interpreta que pueda esconder alguna trampa. Pero la verdad es que no me puedo quejar porque, pese a las diferencias ideológicas, en algunos casos abismales, creo que mantengo una relación de cordialidad con el resto de grupos y siempre agradezco mucho que al menos me escuchen.
¿Cómo ve al equipo de gobierno?
Débil, poco operativo, me parece que está más condicionado por su minoría de lo que debería estar. Entiendo que para el PSC no debe ser fácil cuando se ha gobernado tanto tiempo desde una mayoría sólida. En otro tiempo se buscó un buen socio, como fue Iniciativa y en especial su líder Manel Pérez; el que tiene ahora no le ayuda mucho; Convergència o el Partit Demòcrata o como se llame ahora ni está ni se le espera, aunque reconozco en la concejal Meritxell Lluís a un gran valor para su partido y para el Ayuntamiento.
¿Cuáles son los grandes temas en los que usted considera que se debería entrar en profundidad?
Terrassa es una ciudad especialmente castigada por la crisis económica. Existe una situación de paro por encima de la media catalana y de la comarca que ha generado situaciones de emergencia social preocupante y no vemos iniciativas en torno a políticas activas en favor de la regeneración industrial o en torno al comercio, de vital importancia para nuestro modelo de ciudad… A nosotros nos preocupan las cosas que preocupan a la ciudadanía, como la seguridad, la limpieza… lo que preocupa en la calle.
¿Tiene usted un discurso socialdemócrata?
Yo soy un liberal; entiendo la política y mi militancia en el Partido Popular desde la no intervención, o mejor dicho, desde la intervención estrictamente necesaria. Ser de derechas no quiere decir que no seamos sensibles a cuestiones sociales. Existen muchos prejuicios en torno al discurso del Partido Popular. Debo reconocer en ese sentido que nosotros no tenemos la habilidad comunicativa, por ejemplo, de la CUP; son muy buenos. La prueba está en la importante presencia que ese grupo tienen en su diario.
¿Considera que no debería ser así?
No, no… no es un reproche, no me atrevería a juzgar sus criterios periodísticos. Quiero decir que consiguen gran protagonismo gracias a una estrategia de comunicación que reconozco envidiable.
Desde su liberalismo, es innecesario que le pregunte sobre su posición con respecto a la concesión del suministro del agua.
En el Partido Popular lo tenemos muy claro. Es un debate muy ideologizado. Nosotros pensamos que el servicio es bueno, que la municipalización no garantiza mayor eficacia y que la convivencia de la empresa privada con la administración pública no tiene por qué ser un anatema.
¿Cómo lee usted la nueva posición del PSC en torno a este asunto?
Como otras muchas cuestiones que demuestran una cierta indefinición o actitudes cambiantes del equipo de gobierno y en especial del alcalde, Jordi Ballart. No entendemos ese cambio tan radical en favor de la municipalización, ni cómo se está gestionando el asunto del proceso participativo que empezó como un referendum y que ahora no se sabe bien en qué ha quedado. Y lo peor es que Terrassa se sitúa inequívocamente por la municipalización del servicio aunque todavía no sabemos si va a ser viable.
¿Y cómo se desenvuleve usted en la autocrítica?
Creo que bien (sonríe). Mire, le diré que yo personalmente debo hacer un esfuerzo mayor por contactar y conectar con las entidades y con el asociacionismo terrassense. Creo que es la forma de que se nos entienda cercanos a las personas. También debo tener una mayor preocupación por hacer visible nuestra aportación a la política municipal, que, aunque modesta, entiendo positiva.