Terrassa

Una jornada para conocer a fondo la iglesia de Santa Maria

El interés por desentrañar la historia y las características del conjunto monumental de la Seu d’Ègara reunió en la jornada de ayer a más de un centenar de personas, en el entorno mágico de las esglésies y bajo el auspicio del Museu de Terrassa. La III Jornada Art i Patrimoni a la Seu d’Ègara ha sido la cita más concurrida de las convocadas hasta la fecha. Señal inequívoca de que la Seu d’Ègara, firme candidata a convertirse en patrimonio de la humanidad por la UNESCO, despierta cada vez más curiosidad. Universitarios, estudiantes, miembros de Amics del Romànic y público en general (seguidor habitual de las actividades organizadas por el Museu de Terrassa) pudieron entrar en contacto con un período muy específico de la historia de las iglesias, en concreto el que abarca desde el siglo XII al XVI, aproximadamente.

La jornada, dedicada de forma monográfica al estudio del Priorato de Santa Maria de Terrassa, se abrió con una conferencia de Joan Soler, presidente de la Associació d’Arxivers i Gestors de Documents de Catalunya y director del Arxiu Històric de Terrassa. Su intervención constituyó todo un viaje en el tiempo para conocer el período en el que la iglesia de Santa Maria fue consagrada (en 1112) y se donó posteriormente a la abadía provenzal de Sant Rulf de Avinyó. En ese período hubo diferentes etapas marcadas por las obras realizadas en las diferentes iglesias, también en la de Santa Maria.

El estudioso habló de aspectos como las donaciones registradas en los archivos de los señores feudales y de la presencia de personajes tan curiosos como Herveus, canónigo de Sant Rulf, que fue el que más tiempo estuvo estuvo en la iglesia de Santa Maria. Este "escribano, buen conocedor de las formas jurídicas", era seguramente extranjero y tenía "serias dudas a la hora de transcribir los topónimos locales." De este modo, se refería a Terrassa como Terraca y no cómo Terracia, y de Rubí como Ruby. Esta anécdota nos acercó un poco más a los protagonistas de la época.

Los restos
Tras la intervención de Soler, el protagonismo recayó en Antonio Moro, arqueólogo y conservador del Museu de Terrassa, "máximo conocedor de todo el conjunto monumental", tal como le presentó el máximo responsable del Museu, Domènec Ferran.

Secundado por la también arqueóloga Gemma Garcia y apoyado por un "power point" con imágenes de los restos desvelados en las excavaciones entre los años 2000 y 2005, Moro realizó un repaso muy rápido de qué construcciones coexistían en la zona, en los restos de la antigua catedral, en la residencia episcopal, por la zona de los huertos… de cómo se ha comprobado la existencia de una capilla en las dependencias privadas, de un pozo en la cocina, de cómo Sant Pere pasó a ser una iglesia de tres naves a una de una sola nave con cruz latina. También habló de las tumbas encontradas (anónimas, ya que no hay lápidas), de los usos de la zona de la sagrera, de los restos de los muros, y de como los restos arqueológicos hallados nos retratan una forma de vida marcada por las construcciones y por su evolución histórica.

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