Manuel, un joyero de 70 años, intentaba arreglar su pistola en un taller mecánico de Sant Pere. El arma se le disparó y una bala perforó su pecho y lo mató, según los indicios más sólidos. Ocurrió el miércoles por la tarde en la calle Ample.
Los Mossos d’Esquadra supieron del trágico accidente a las 6.25 de la tarde y la esquina de la calle Ample con la de Emili Badiella empezó a poblarse de sirenas, de dotaciones policiales, de ambulancias. Se presentaron cuatro vehículos de emergencias médicas mientras vecinos, comerciantes y transeúntes empezaban a arremolinarse en la transitada intersección. Los testigos vieron a varias personas tambalearse, presas de la aflicción. La policía acordonó la zona.
"El señor de la joyería ha fallecido", contestó una comerciante a preguntas de un curioso. "No se sabe nada más", agregó. Poco a poco se conoció algo más. Que el fallecimiento estaba relacionado, al parecer, con un accidente. Que el accidente había tenido lugar en un taller. Que, según las primeras informaciones, el finado había recibido el impacto de una bala salida de un arma de su propiedad. Y que el responsable del taller no sabía que la víctima había entrado con un arma. No son pocos los mecánicos que dejan usar a clientes y amigos alguna herramienta.
Los Mossos d’Esquadra han abierto una investigación para esclarecer qué pasó dentro del local, aunque la hipótesis primordial se sustenta en el fatal accidente; en que a Manuel se le descerrajó un tiro sin querer, mientras manipulaba un arma de fuego que pretendía reparar él mismo. Pero la pistola no estaba descargada.
Permisos en regla
Los investigadores aprehendieron el arma corta para analizarla con detalle, para averiguar qué falló. A las 8.30 de la tarde aún había agentes en el sector, entrando y saliendo del edificio donde falleció el comerciante. Varios eran de la policía científica. Los miembros del operativo policial no se marcharon hasta que la comisión judicial autorizó el levantamiento del cadáver. Según fuentes próximas a las pesquisas, los equipos médicos que acudieron al garaje no pudieron hacer nada para salvar la vida de Manuel. El disparo fue fulminante. La hora oficial de la defunción: las 6.30 de la tarde. El arma, que el joyero poseía para defender su vida y su hacienda, tenía todos los permisos en regla.
El cuerpo de Manuel G. B., de 70 años, joyero de reconocido prestigio en Terrassa, colaborador en múltiples eventos comerciales y ciudadanos, fue trasladado al instituto de medicina legal de la Ciutat de la Justicia, en l’Hospitalet de Llobregat, para que los forenses procediesen a efectuar la autopsia. Ayer, el cadáver regresó a la ciudad de Terrassa. La ceremonia fúnebre está prevista para las tres de la tarde de hoy en el templo del cementerio. Ayer, sendos letreros, con la leyenda "Tancat per defunció", permanecían adheridos a la persiana cerrada de la joyería y a la de otro establecimiento del mismo sector que la familia de la víctima tiene en la Rambla d’Ègara.