Centenares de personas se dieron cita el sábado, a las nueve de la noche, en la plaza Ricard Camí frente a la sede central del BBVA para presenciar “Uno” de la compañía de danza Delrevés coodirigida por Eduardo Torres y Saioa Fernández. El espectáculo sorprendió y complació. Delrevés ofreció una acción artística en vertical sobre la fachada del edificio en la que fusionó movimientos de danza clásica y contemporánea en plena armonía y con el valor añadido de que su baile se deslizaba en las alturas.
La actuación, para dar el pistoletazo de salida a la 33º temporada de danza, había despertado ya la curiosidad de la ciudadanía que transitaba el viernes por este eje de la Rambla. Ese día, por la tarde, la compañía de Eduardo Torres y Saioa Fernández, junto con la también bailarina Sheila Ferrer, acompañados de los técnicos, probaban el nuevo espacio arquitectónico donde ejecutarían el sábado su coreografía en suspensión.
Corrió el anuncio del espectáculo de boca en boca y la convocatoria resultó exitosa. Gente, sobre todo vecinos de la zona, pero también otros que no lo son, de todas las edades y condición se hicieron un hueco en la plaza Ricard Camí para ver la experiencia. A las nueve de la noche, ya con el cielo a oscuras, concentramos la mirada sobre la fachada del BBVA y allí, en lo alto del edificio, aparecieron tres bailarines dispuestos a derrochar energía, talento y sensibilidad.
Tras el preámbulo, Eduardo, Saioa y Sheila se situaron sobre el cristal y abrieron su coreografía. Los bailarines ejecutaron movimientos y pasos de danza clásica y contemporánea acompañados por una banda sonora “ad hoc” y reforzada por el juego de luces y de sus sombras. Su baile en suspensión fue una delicia. Discurrió con la fragilidad requerida por tratarse de un escenario insólito pero también con la profesionalidad artística necesaria.
Flotando
Delrevés demostró que atesora muchas tablas. La coreografía “Uno” apenas presentó fisuras. El trío de bailarines se compenetró perfectamente y brilló en conjunto y también en los solos. No pudimos ver la expresión de las caras pero si del cuerpo, de los brazos, de las piernas, de los pies… Hubo pasajes de su viaje que nos impresionaron porque, con sus piruetas, parecían flotar en el aire, en el cielo, como las nubes y los pájaros.
Desde aquí felicitamos a esta compañía que ha elegido una vertiente artística fuera de lo común al buscar un diálogo entre el baile y la ciudad. No sólo incentiva la danza sino también a conocer el patrimonio arquitectónico desde otra perspectiva.
DELREVÉS