Veinte horas duró la redada que la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía desplegaron el 17 de diciembre del 2013. Fue el colofón a una investigación que el juzgado de instrucción 4 de Terrassa había iniciado casi dos años antes para desentrañar una trama dedicada al blanqueo de capitales derivados del narcotráfico. Terrassa era centro de operaciones de la red, dirigida presuntamente por un egarense, pero el espectacular operativo se desarrolló al mismo tiempo, en Barcelona, Sabadell, Castellar del Vallès, Mollet, Granollers, Lliçà d’Amunt, Manresa, Benicarló, Valencia, Murcia y Alicante. Menos de tres años después, a partir de hoy, la Audiencia Provincial tiene previsto celebrar el macrojuicio, con diez acusados en el banquillo.
El fiscal habla de un "extraordinario beneficio económico", el que se proponía obtener el cabecilla de la banda cuando, en el 2011, entabló contactos con varias personas en Sudamérica, sobre todo en Venezuela, para comprar grandes cantidades de cocaína y distribuirla en España. El centro de operaciones estaba asentado en Terrassa y su comarca, según el Ministerio Público, y lo dirigía el principal encausado, quien "disponía de un equipo a sus órdenes" y mantenía contactos estrechos con un hombre residente en Venezuela.
A partir de marzo del 2012, el entramado planificó el envío de una gran cantidad de coca desde Sudamérica y pagó unos 600.000 euros por la mercancía, que llegó a un puerto y fue transportada en furgoneta por uno de los acusados. Luego la trama "planeó importar cocaína en el interior del recipiente metálico de un aparato digestor", dice la acusación. Para dar cobertura de comercio legal a la importación, uno de los procesados puso a su nombre una sociedad limitada unipersonal que se constituyó en Terrassa el 11 de diciembre del 2012.
Detenido un "correo"
El primer golpe policial a la red lo ejecutó el Cuerpo Nacional de Policía el 2 de febrero del 2013 en el aeropuerto de Madrid-Barajas, donde fue detenido un venezolano al que los agentes decomisaron casi 34 kilos de cocaína y tres mil euros en metálico. Iba a viajar a Valencia, donde estaba previsto que lo recibieran el cabecilla y otro acusado para hacerse cargo de la mercancía. Ambos regresaron a Catalunya al saber que el "correo" había sido interceptado por la policía.
¿Por qué eligieron Valencia para el encuentro? Porque, según la Fiscalía, el líder del grupo tenía compradas, al menos, a dos personas relacionadas con la seguridad del aeropuerto de esa ciudad. Uno de ellos era un guardia civil, detenido y condenado en otra causa.
Agosto del 2013. Un cargamento con más de doscientos kilos de coca arribó al puerto de Valencia desde Panamá. La droga estaba escondida en un contenedor con mercancía legal cuyos propietarios ignoraban la operación ilícita. El líder se dirigió a Valencia. Portaba 50.000 euros en metálico que debía entregar a un contacto para que éste, a su vez, los facilitase a los individuos que cooperaban con la descarga en el puerto (abriendo con sigilo el contenedor, sustituyendo luego los precintos), pero tuvo que salvar un escollo: unos mossos de Gavà intervinieron los billetes en un control rutinario de carretera. Otro acusado tuvo que recuperar la pasta argumentando que era de su negocio de fruta, supuestamente participado por el cabecilla. Al final, los cincuenta mil euros sí acabaron en manos de colaboradores del recinto portuario.
El contenedor fue descargado en Valencia el 23 de agosto, pero la droga la descubrieron la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera. Los agentes se incautaron de 206 kilos de cocaína con riqueza en base del 80 por ciento, un alijo que hubiera alcanzado un precio de unos nueve millones de euros en el mercado negro.
La trama, sin embargo, "prosiguió su actividad", dice el fiscal. Pero los investigadores que le seguían la pista, también. La banda trabajó de manera frenética entre agosto y diciembre en otro frente: quería traer coca a Barcelona, al puerto, "bajo la apariencia de operaciones de importación de frutas tropicales, principalmente con empresas ecuatorianas", señala el Ministerio Público. Era una "colosal operación", en palabras del fiscal. Iba a serlo, pero no lo fue, porque el cargamento se retrasó y el sistema informático de control de descarga de contenedores cambiaba a final de año y los colaboradores de la trama aún no sabían burlarlo.
La operación se truncó, pero otras sí funcionaron, según la Fiscalía, y los beneficios eran cuantiosos. La banda cambiaba la calderilla en billetes de quinientos para reinvertir el peculio en nuevas importaciones y usó a testaferros para disimular los beneficios como si procediesen de actividades mercantiles legales. La compañera del líder puso a su nombre activos y titularidades de su pareja.
Era la administradora única, por ejemplo, de una empresa radicada en Terrassa, en el Centre, que había adquirido a tocateja cuatro oficinas en la misma zona, consumando, según el fiscal, una "buena forma" de blanquear capitales. Supuestamente, los cuantiosos gastos corrientes del líder y su familia se pagaban con las cuentas de la empresa. La mujer era titular de un dúplex y dos plazas de aparcamiento en el Centre. Su pareja, el presunto cabecilla de la trama, se gastó en tres años 216.000 euros en relojes y otros artículos adquiridos en una joyería de Barcelona. Todo lo pagó en efectivo. Otra empresa de la familia había abonado 300.000 euros a un concesionario de Sabadell.
Se utilizaron más fórmulas para el lavado de dinero, añade el fiscal. La compañera del líder simuló tener contratos laborales con varias sociedades; al menos una de ellas la administraban otros dos procesados. A tenor de lo indicado por la acusación, parte del dinero del narcotráfico se enmascaraba con el pago de alquileres entre entidades de la misma trama o con el abono de obras o con la compra real de fruta de alta calidad que uno de los acusados vendía a un precio muy asequible, con una ganancia que en el 2013 superó, dice el fiscal, el millón y medio de euros.
La red fue desarticulada el 17 de diciembre del 2013 en un operativo simultáneo montado por la Guardia Civil y la Policía Nacional en una docena de localidades. En Terrassa, los agentes registraron un despacho (en el paseo de Les Lletres), un trastero y una vivienda en la que, según los vecinos, había residido el presunto líder del grupo y su familia hasta hacía unas pocas semanas, cuando se trasladaron a la zona alta de Barcelona. Allí, en un aparcamiento, fue detenido.
Los agentes lo sorprendieron a las 7.30 de la mañana. Según el fiscal, iba con sus hijos, menores, y llevaba una bolsa con un kilo de cocaína; en su casa había otro kilo de coca y una pistola semiautomática y en su despacho egarense, 225 cartuchos metálicos. A otros tres acusados se les intervinieron armas. En una vivienda de Castellar los funcionarios decomisaron 17.000 euros en efectivo. En una casa de Llicà d’Amunt, que contaba con un búnker bajo una piscina, los agentes hallaron 85.645 euros.