Terrassa

Quince años de cárcel para una pareja por dar palizas a su hija recién nacida

La niña deberá tener cuidados de por vida por las palizas que recibió a las pocas semanas de nacer. Sus padres han sido condenados a quince años de prisión. Por golpearla, por zarandearla, por fracturarle una clavícula, un fémur, las costillas, y por causarle lesiones cerebrales, asegura la sentencia. Y por no alimentarla lo suficiente.

La pequeña vino al mundo el 27 de enero del 2015, por cesárea. Estuvo siete días en la incubadora y el 3 de febrero, siete días después de ver la luz, los médicos le dieron el alta y sus progenitores se la llevaron a su hogar, una casa "ocupada" radicada en el barrio de Sant Pere en la que vivían la pareja y, de forma ocasional, el abuelo paterno de la recién nacida.

Desde aquel día, desde la llegada al domicilio, hasta el 19 de marzo, cuando se detectaron las lesiones, los padres sometieron a su hija "a repetidos golpes, zarandeos y movimientos bruscos". Eso considera probado la sentencia, de la Audiencia Provincial de Barcelona, que repasa la serie de lesiones que padeció el bebé: "fracturas en clavícula izquierda, fémur izquierdo, arcos costales anteriores y posteriores y lesiones cerebrales".

Según indican los juzgadores, la chiquilla contaba 19 días de vida cuando la atendieron por una fractura. El 17 de marzo, desde el CAP Sant Llàtzer la derivaron al Hospital de Terrassa ante la sospecha de que tenía roto un fémur: un pediatra había visto el bulto que presentaba la niña en una pierna, la izquierda, y mandó hacerle una radiografía. La fractura no era reciente. Ya tenía callo, dijo el pediatra en el proceso judicial. Ese tipo de lesiones no son habituales en personas que no caminan.

Afectación cerebral
El traumatismo se sumaba a la fractura de clavícula de que se había atendido días antes a la pequeña. En un bebé de 40 días eso no era normal, señaló el mismo pediatra. En el centro hospitalario, los médicos resolvieron ingresarla para efectuarle un estudio clínico completo que, a la postre, reveló más traumatismos, incluidos los de afectación cerebral.

Un TAC y unas resonancias arrojaron las evidencias. Sufría atrofia de lóbulos temporales, necrosis, pérdida de masa encefálica. Le apreciaron restos de hemorragias en el cerebro. La consecuencia vitalicia: un retraso madurativo global, tanto cognitivo como motriz, "con secuelas graves e irreversibles" y déficit visual. Un retraso "que requerirá de seguimiento continuado y atenciones especiales durante el resto de su vida", explica la resolución judicial. Dos médicos forenses apuntaron al tribunal que las fracturas habían sido, seguramente, ocasionadas por contusiones directas. La del fémur no era limpia, por lo que el mecanismo causal pudo ser el golpe contra un objeto.

Todos los facultativos que comparecieron en el juicio coincidieron en que las lesiones eran compatibles con un maltrato activo. Y todos descartaron un origen accidental, manifiesta la sentencia: "ni una caída del sofá, ni un perro que se asome al moisés, ni un bicho paseando por el parque, pueden ocasionar tantas y tan graves lesiones a una bebé de apenas 50 días".

La detención
El mismo día del descubrimiento de los traumatismos, los Mossos d’Esquadra detuvieron a los padres. La policía, como mandan los protocolos, había sido avisada desde el centro médico cuando los sanitarios detectaron lo que detectaron. Sin embargo, los arrestados, de 34 años él, de 33 ella, no ingresaron en prisión preventiva el mismo día de su primera comparecencia ante el juez. El juzgado de instrucción número 1 de Terrassa acordó su entrada en la cárcel después de una declaración durante el proceso, el 26 de noviembre del 2015. La niña ya no estaba con ellos, pues la Generalitat, a través de la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA), tenía la tutela desde el día de las detenciones.

Una familia de acogida la cuida. La lleva dos días a la semana a un centro especializado para su rehabilitación motriz y psicológica. "La evolución ha ido mejor de lo esperado", contó una doctora, habida cuenta del desaliento sobre el estado de la pequeña que cundió entre los médicos al principio.

Parece que la niña ve algo, pero es difícil concluir si comprende lo que ve. Con 1 año y medio de vida su desarrollo psicomotriz era comparable al de un bebé de 8 o 9 meses. Sus avances, según la sentencia, no son más que "pequeños triunfos en relación con los nefastos presagios que las pruebas iniciales arrojaron". No se puede olvidar que la pequeña nació sana y "ha visto truncada su vida por la acción de sus progenitores".

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