El informe del Síndic sobre la segregación escolar constata lo que a nivel popular podría decirse que es un secreto a voces. Sólo hay que recorrer las escuelas e institutos de la ciudad para comprobar que la red pública ha absorbido el noventa por ciento o más del alumnado extranjero. Un dato que corrobora esta afirmación es la matricula viva. En el curso 2014-15 pidieron plaza un total de 224 alumnos foráneos y el 86 por ciento se escolarizó en centros públicos. Decir también que dentro de la red pública hay colegios con más inmigración que otros. La situación que denuncia el Síndic no debería sorprender a casi nadie. La comunidad educativa recordará, por ejemplo, algunos casos que salieron a la luz pública denunciando esta problemática. El primer toque de alerta lo dieron padres y maestros de la Escola Font de l’Alba en 2003 cuando tuvieron que defender su proyecto de atención a la diversidad cultural porque había familias que rechazaban ir a ese centro. El Institut Blanxart también tuvo que salir a la palestra en 2010 tras conocer que el Ampa de La Roda mostraba reticencias en la adscripción al centro de secundaria. Germans Amat llevó su proceso de cierre en silencio pero el argumento de que el edificio era obsoleto se cuestionó habida cuenta de que los alumnos de primaria fueron reemplazados en seguida por los de secundaria del Institut Les Aimerigues.