La desinhibida Gabriela, recién llegada de Brasil, quiere conquistar Barcelona, conocer gente y, si se tercia, catar el producto autóctono. Su primer tentempié fue Xavi, un locutor de radio. Ahora está a punto de dar con Marc, una presa de medidas XL.
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“¡Mira qué tamaño de hombre, Dios!”, pensó Gabriela cuando le vio en la pantalla de su móvil. “¡Es superguapo!”, se derretía ella. “Sobre esta clase de chicos tan irresistibles, en Brasil decimos que son un buen trozo de mal camino, porque los hombres muy guapos luego dan muchos problemas”, dice. Marc medía unos dos metros y vivía en Montgat. Del Tinder pasaron pronto al WhatsApp, y del WhatsApp a una primera cita en Sarrià en la que Gabriela se puso una diadema de calaveras que recogía su pelazo.
– “Me da morbo esa diadema”, le dijo él nada más verla.
– “He triunfado”, pensó ella.
Y entonces se fueron a un mirador en la zona alta de Barcelona, donde las parejas ocasionales contemplan las vistas, ocasionalmente después de haberse dado antes a la relajación.
Gabriela, siempre divina y con tacones pegados a las plantas de sus pies, lo pasó mal para llegar a la cima, donde se accedía andando.
La segunda conquista cibernética de la brasileña Gabriela en Barcelona residía en Montgat y medía dos metros. “Era un trozo de mal camino”, dice ella
– “¿Quieres ayuda?”, le preguntó Marc, todo cortés.
– “¡No, para nada! Estoy bien”, le decía ella mientras sus tacones se torcían y perforaban la tierra ladeando por momentos su cuerpo hasta casi el tropiezo.
“Yo creo que en la primera cita construimos un personaje –opina Gabriela–. En mi caso siempre intento mostrarme como una mujer fuerte, no vulnerable, para que los chicos no crean que pueden hacer conmigo lo que quieran”.
En aquel mirador, a Marc y Gabriela no les faltó asunto del que hablar.
Luego empezó a oscurecer y él le dijo de llevarla a Terrassa, donde Gabriela vivía entonces.
-Bien, llévame–. Le respondió ella. Pero no te aseguro que te invite a mi casa.
Marc aceptó con la esperanza de encontrarse con las puertas abiertas. Y al final pasó por ellas convirtiéndose en un auténtico campeón aquella noche.
“¡Qué tenía que hacer yo con aquel pedazo de mal camino!”, recuerda ella.
La historia con Marc acababa de empezar. ¿Sería sexo, simplemente? ¿Puede que amistad con opción a beneficio?… ¿Y si fuera amor?